jueves, 28 de julio de 2011

Turquía; encuentran la tumba del apóstol Felipe

ROma
El grupo de arqueólogos dirigido por el italiano Francesco d’Andria recuperó el sepulcro santo en Pamukkale
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Un equipo de arqueólogos dirigido por el italiano Francesco d’Andria encontró en Pamukkale, en Turquía (la antigua Hiérapolis), la tumba de San Felipe, uno de los doce apóstoles de Jesucristo.

«Desde hace muchos años buscábamos la tumba de San Felipe y finalmente la hemos encontrado en los alrededores de una iglesia que descubrimos hace unos meses», dijo d’Andria a la agencia Anatolia.

El arqueólogo también precisó que la tumba no ha sido abierta, pero que lo harán dentro de poco. Este, añadió, es un descubrimiento «de primera importancia para la arqueología y para el mundo cristiano».

Oriundo de Galilea, Felipe fue uno de los primeros discípulos de Cristo. Se fue a evangelizar Asia menor y fue lapidado y crucificado por los romanos en Hiérapolis, en Frigia

Fuente:http://vaticaninsider.lastampa.it/es/homepage/noticias/dettagliospain/articolo/6308/

viernes, 22 de julio de 2011

LA VERDADERA MARÍA MAGDALENA

LA MAGDALENA, APOSTOLA APOSTOLORUM


RODOLFO VARGAS RUBIO

No cabe duda que santa María Magdalena, cuya fiesta se celebra hoy, es uno de los personajes más fascinantes del Evangelio. En torno a ella se han tejido leyendas que, si han contribuido a difundir extraordinariamente su culto, también han desdibujado su perfil histórico. No vamos a entrar, por supuesto, en la burda patraña difundida recientemente por la literatura de ficción con pretensiones pseudo-históricas. Intentaremos, en cambio, dilucidar la figura de la Magdalena de acuerdo con los datos aportados por la Sagrada Escritura y la Tradición, así como por la piedad cristiana.

En los Evangelios aparecen cuatro mujeres que han sido identificadas individualmente y entre sí con el personaje al que la liturgia católica venera como santa María Magdalena, la penitente:

1. María de Magdala, de la cual se dice que Jesús echó siete demonios (Marc. XVI, 9; Luc. VIII), que le seguía junto con otras mujeres y le asistía con sus riquezas (Luc. VIII, 1-3), que estuvo al pie de la cruz (Matth. XXVII, 55-56; Marc. XV, 40; Ioann. XIX, 25), que asistió al entierro del Señor (Matth. XXVII, 61; Marc. XV, 47; Luc. XXIII, 55) y que acudió con otras dos al sepulcro la mañana de Pascua, apareciéndosele el Maestro, cuya resurrección anunció a los discípulos (Marc. XVI, 9-11; Luc. XXIV, 1-10; Ioann. XX, 11-18).

2. María de Betania, hermana de Lázaro y Marta (Luc. X, 38-42; Ioann. XI, 1-45), que ungió a Jesús durante una cena en Betania, en casa de Simón el Leproso: en la cabeza según unos (Matth. XXVI, 6-13; Marc. XIV, 3-9) y en los pies según otro (Ioann. XII, 1-8).

3. La pecadora arrepentida que ungió los pies de Jesús en casa de un fariseo (Luc. VII, 36-50).

4. La mujer adúltera, llevada por los escribas y fariseos, con intención de apedrearla, a Jesús, mientras predicaba en el Templo, y que la perdona (Ioann. VIII, 1-11).

La Iglesia de Oriente siempre ha considerado a las tres primeras como personajes bien distintos. En la Iglesia latina, en cambio, se tendió ya desde san Jerónimo a tenerlas por una misma y única mujer, lo cual quedó establecido por san Gregorio Magno, pasando así a la liturgia romana, como puede verse en el oficio y la misa del 22 de julio del usus antiquior (pues tanto la Liturgia de las Horas como el Misal más recientes evitan cuidadosamente la identificación).

Así, en el invitatorio de maitines se habla de la conversión de María Magdalena (lo que puede referirse a la mujer adúltera o a la pecadora arrepentida); la antífona de Laudes habla de María de Betania; la colecta se refiere a la hermana de Lázaro (María de Betania); el evangelio de la misa narra el episodio de la unción por la pecadora arrepentida; la antífona de Vísperas no diferencia entre ésta y María de Betania; en el himno de Vísperas la santa aparece como la mujer de la unción de los pies (María de Betania o la pecadora arrepentida) y la que estuvo al pie de la cruz y junto al sepulcro (María de Magdala).

A partir de entonces, se forjó en Occidente la creencia en la identidad de, por lo menos, María de Magdala, María de Betania y la pecadora arrepentida, convicción que halló su expresión más célebre en la historia “de sancta Maria Magdalena”, que forma el capítulo XCVI de la Legenda aurea del dominico Santiago de la Vorágine, obra clásica de la hagiografía católica escrita en la segunda mitad del siglo XIII. Más tarde, los protestantes negaron que María de Betania fuera la pecadora arrepentida, que, por su parte, pudo ser María de Magdala e incluso la mujer adúltera. Es decir, que los autores de la Reforma distinguen por lo menos a dos Marías. La beata Ana Catalina Emmerich, famosa vidente de principios del siglo XIX, introdujo una novedad al mencionar en sus visiones (transcritas por el poeta Clemente Brentano) una tercera hermana de la familia de Lázaro en Betania: María la Silenciosa, homónima de su hermana la Magdalena aunque opuesta en costumbres, tratándose de una muchacha discreta (hasta ser considerada lela por la gente) y amante de la soledad y de la vida retirada. A ella se habría referido Jesús y no a la otra María al decirle a Marta que su hermana había “elegido la mejor parte”. No hay nada en la Sagrada Escritura ni en los Padres y escritores eclesiásticos que apoye la existencia de María la Silenciosa (que vendría a complicar la ya de por sí confusa cuestión de la identidad de la Magdalena).

En el caso de los protestantes, parece que, debido a una mala comprensión del perdón total del pecado y de la acción de la gracia, no podían concebir que una pecadora se hallara en el círculo de los amigos íntimos de Jesús. Pero entonces, ¿cómo justificar la presencia de pecadoras en la mismísima genealogía del Mesías? Aparte de la Santísima Virgen, san Mateo sólo cita cuatro mujeres entre sus antepasadas, tres de ellas en modo alguno irreprochables (la incestuosa Tamar; Rahab, una meretriz, y la adúltera Betsabé) y la cuarta considerada una gentil (Rut la Moabita). En cuanto a la enigmática María de la que habla la beata Emmerich, podría ser que hubiera desdoblado a María de Betania (identificada con la de Magdala) en dos hermanas distintas con el mismo nombre para explicar la total disparidad entre una vida disipada y una vida contemplativa. Sin embargo, nada impide que, una vez perdonada y convertida, la misma que fue antes pecadora se transformara en un alma ascética bajo la poderosa acción de la gracia. La historia de la Iglesia y la hagiografía, por lo demás, están llenas de conversiones incluso ruidosas.

Veamos ahora si se pueden conciliar las distintas mujeres a las que se ha identificado con la santa que celebramos hoy. Empecemos por las dos primeras: ¿son María de Magdala y María de Betania una misma y única persona? Si se considera que ambas llevan el mismo nombre de María y se encuentran entre los seguidores de Jesús, puede afirmarse. No obstante, a aparte de considerar que el nombre de María o Miriam era muy común en Palestina, existe el obstáculo de que Magdala queda en Galilea, mientras Betania está en Judea, ambas regiones separadas por la Samaria. A esto podría argüirse que, aunque originaria de Betania (como lo afirma san Juan en su Evangelio, al llamar a este lugar “castellum Mariae et Marthae”), María pudo marcharse a Magdala, lugar célebre por su amenidad a orillas del lago de Genesaret, donde habría podido dar rienda suelta a sus pasiones, lejos de la vigilancia y censura de sus hermanos. Hay quienes afirman que Magdala era el lugar de nacimiento de María y no Betania, habiendo visto la luz mientras sus padres se encontraban de viaje por Galilea.

¿María de Betania puede identificarse con la pecadora arrepentida? Los que defienden que sí invocan que ambas mujeres ungieron a Jesús. Los que dicen que no arguyen que estamos ante dos episodios diferentes: en efecto, la unción que protagoniza la pecadora arrepentida tiene lugar durante el circuito misionero de Jesús por Galilea, en tanto la segunda unción ocurre en Betania. Nada impide, empero, que la misma mujer haya realizado ambas unciones, tan parecidas entre ellas: María, habitando entonces en Magdala, tocada por la predicación y los milagros de Jesús en Galilea, habría manifestado arrepentimiento mediante el humilde gesto de ungir los pies del Maestro, obteniendo de Él el perdón. De regreso a Betania, convertida, habría repetido más tarde su gesto poco antes de la Pasión, en casa de Simón el Leproso. San Juan, por cierto, describe a María Magdalena como “aquella que ungió los pies del Señor” (Ioann. XI, 2) y lo hace antes a propósito de la resurrección de Lázaro, es decir antes de la unción de Betania, lo que podría interpretarse como que María era conocida ya por la unción de Galilea.

¿María de Magdala es la pecadora arrepentida? Se puede responder afirmativamente si se considera que ambas mujeres vivían sujetas al poder del Maligno. Pero los que niegan la identificación de ambas mujeres sostienen que la posesión por los siete demonios expulsados de María de Magdala por Jesús no significa necesariamente que ésta fuera una pecadora habitual como lo es la mujer arrepentida de la unción de Galilea. Sin embargo, tampoco se puede descartar que la poseída fuera, además, un alma en estado habitual de pecado.

En fin, queda por ver si se puede establecer una relación de identidad entre la pecadora arrepentida y la adúltera a la que Jesús libra de la lapidación. Ambas son pecadoras de la carne y ambas son perdonadas por Jesús. Que sean la misma lo niegan los que afirman que la pecadora arrepentida fue perdonada en Galilea, mientras la mujer adúltera lo fue en Jerusalén, ante el templo. Esta aparente contradicción la resuelven algunos arguyendo que la pecadora arrepentida habría recaído por debilidad y, fue objeto por segunda vez de la misericordia divina. De hecho, a la mujer adúltera dice el Señor: “Vete y no peques más”, como diciendo: “no recaigas y enmiéndate”. Y ya que hablamos de pecadoras y adúlteras, no hay nada en el Evangelio que permita decir que María Magdalena fuera una prostituta, al menos no en el sentido moderno. Podía tratarse de una cortesana, mantenida por un hombre rico casado o cortejada por hombres poderosos, una especie de hetaira.

Lo cierto de todo esto es que la santa que celebramos hoy tiene una relevancia especialísima en el Cristianismo, ya que fue la primera testigo de la Resurrección del Señor y la que la anunció a los discípulos, razón por la cual la Tradición la conoce con el bellísimo título de “Apostola Apostolorum”, es decir la “Apóstol de los Apóstoles”. Quizás fue el merecido premio con el que quiso distinguir Jesucristo a la que había demostrado una fe y un valor intrépidos, acompañándole al pie de la cruz y asistiendo a su entierro mientras los demás (a excepción de san Juan Evangelista) se habían dispersado y ocultado por temor a seguir la misma suerte que su Maestro. Este hecho confiere a santa María Magdalena un puesto de primerísimo orden en la Historia Sagrada y en la espiritualidad católica. Dado que acudió al sepulcro, junto con María de Cleofás y María Salomé, portando aromas con la intención de ungir el cuerpo de Jesús, se la conoce como la “Myrophora” (“la portadora de mirra”), nombre que se acomoda bien asimismo a la que ungió dos veces al Señor antes de la Pasión.

Después del episodio de la Resurrección (hermosamente cantado en la secuencia de Pascua Victimae Paschali laudes compuesta por Wipo de Burgundia), desaparece de la escena del Nuevo Testamento esta gran amiga y seguidora del Maestro. Es de suponer que se hallaría entre las santas mujeres junto con las que los Apóstoles “perseveraban en la oración” antes de Pentecostés. Lo demás de su historia pertenece a las leyendas piadosas (lo que no significa que se trate de puras invenciones). En Oriente se cree que María se retiró a Éfeso con la Santísima Virgen y san Juan evangelista y allí murió, siendo sus reliquias trasladadas a Constantinopla en 886. Dato curioso es la relación que alguno quiso establecer entre la Magdalena y el Discípulo amado, de quienes se dijo que estaban prometidos cuando Jesús llamó a Juan para seguirle, lo que motivó los celos de María y su descarriamiento, creencia verdaderamente estrambótica.

Según una tradición firmemente arraigada en el mediodía de Francia, María, Marta, Lázaro y algunos otros discípulos de Jesús fueron apresados durante la persecución de Herodes y metidos en una embarcación dejada a la deriva para que se ahogaran. Un ángel habría conducido la nave milagrosamente, haciéndola surcar el Mare Nostrum y llegar hasta la costa de la Provenza. Allí los hermanos de Betania y sus acompañantes predicaron el Evangelio y convirtieron a los naturales, siendo Lázaro elegido obispo de Marsella. María Magdalena se habría retirado al interior, a vivir una vida de penitencia en un cerro no lejos de Aix, donde vivió unos treinta años. La leyenda cuenta que cada día era llevada al cielo en éxtasis siete veces para asistir a la liturgia celestial, lo cual ha dado lugar al tema de la “Asunción de santa María Magdalena”, muy popular en el Arte, pero que no hay que confundir con la asunción de la Santísima Virgen en cuerpo y alma al cielo al término de su existencia terrenal: en el primer caso puede tratarse de un rapto místico. Al aproximarse el instante de su muerte, fue llevada la Magdalena por ministerio de ángeles a Aix, para recibir el viático en la capilla hecha construir por san Maximino (intendente de la familia de Betania convertido en obispo) en Villa Lata, que más tarde tomó el nombre significativo de Saint-Maximin-la-Sainte-Baume en honor al obispo de Aix y a la “Myrophora”, cuyo cuerpo fue allí sepultado.

El sepulcro de santa María Magdalena fue objeto de un culto extraordinario y se convirtió en centro de peregrinación, el corazón de la Provenza cristiana. En 745 fue trasladado rápidamente a Vezelay por temor a las invasiones sarracenas, pero volvió una vez pasado el peligro a su emplazamiento original, aunque oculto por temor a nuevos peligros en una época de gran inestabilidad. Allí se lo halló intacto en 1279 en el curso de unas excavaciones llevadas a cabo por mandato del rey de Nápoles Carlos II de Anjou, conde de Provenza, que había donado el terreno a los dominicos para que edificaran su iglesia. El año jubilar 1600, Clemente VIII donó un sarcófago precioso y un relicario para la cabeza, venerada por separado del resto del cuerpo. La iglesia de la Sainte-Baume fue arrasada por la Revolución. En 1814, fue reconstruida, siendo nuevamente expuesta en ella la reliquia del cráneo de santa María Magdalena. El resto del cuerpo se había perdido en medio de la tormenta revolucionaria. En 1969, el papa Pablo VI, muy atento a la crítica histórica, retiró el apelativo de “Penitente” atribuido por la liturgia tradicional a la santa que fue agraciada como pocas por Nuestro Señor Jesucristo.
Tomado de : http://www.historiadelaiglesia.org/2011/07/la-verdadera-maria-magdalena.html

martes, 19 de julio de 2011

Diario vaticano analiza "inesperadas" semifinales de Copa América

Roma, Jul 18, 2011 / 1:21PM (EWTN Noticias/ACI Prensa)


En su edición del 19 de julio, el diario vaticano L’Osservatore Romano (LOR) analiza las "inesperadas" semifinales de la Copa América en donde los ausentes más notorios son Argentina y Brasil, y los equipos "inesperados" son Venezuela y Perú.

El artículo aparece luego que en los cuartos de final jugados el fin de semana pasado, Uruguay eliminara por penales a Argentina (5-4), Perú derrotara en tiempo suplementario a Colombia (2-0), Paraguay venciera también por penales a Brasil que no anotó ninguno de lo cuatro que pateó (2-0); y Venezuela llegar por primera vez en su historia a semifinales tras vencer a Chile 2 a 1 en los 90 minutos de tiempo reglamentario.

En el artículo escrito por Maurizio Fontana se afirma que esta edición de la Copa América "debía ser el rescate luego de la desilusión del mundial sudafricano. Ha sido en vez de eso una desilusión más".

"Brasil y Argentina, los grandes del fútbol mundial tampoco han llegado a la cita en la 70° edición de la Copa América y sus jugadores de van de vacaciones antes de tiempo".

Para Fontana, la peor de las "caídas" la sufrió Argentina, por ser la anfitriona del certamen y por contar en sus filas con Lionel Messi, considerado el mejor jugador del mundo.

"Esto último parece haberse convertido en un psicodrama viviente. Para él mismo y también para todos los comentaristas que buscan constantemente compararlo con Maradona. Sin embargo, cada vez que el genio (Messi) se quita la camiseta del Barcelona (el club donde milita) todos quedan desilusionados".

Para el ex jugador y político italiano Gianni Rivera, considerado como uno de los mejores futbolistas de Italia junto a Giuseppe Meazza y Roberto Baggio, lo que pasa con Messi se explica en que "un jugador nunca ha ganado solo un campeonato. El campeón puede exaltar y multiplicar la calidad de un equipo, pero también sus compañeros deben dar su contribución. Ni siquiera Pelé ganaba solo".

Para el también primer ganador italiano del Balón de Oro, lo que ha sucedido ahora con la Copa América tiene que ver con que "el fútbol se ha globalizado ahora tanto como cualquier otra realidad. Ya no hay adversarios con poca experiencia y las diferencias se reducen siempre más".

"Las estrellas ya no bastan", concluye el artículo de LOR.

La Copa América prosigue este martes 19 de julio con el encuentro entre Uruguay y Perú que ya se enfrentaron en la fase de grupos terminando en un empate a 1, mientras que el miércoles 20 Paraguay se medirá con Venezuela.
Read more: http://www.ewtnnoticias.com/noticias-catolicas/noticia.php?id=23234#ixzz1SWEBSbch

Funcionario vaticano exhorta a reservar el domingo para Dios y el descanso

Vaticano, Jul 19, 2011 / 2:36AM (EWTN Noticias/ACI Prensa)

El Subsecretario para el Pontificio Consejo para los Laicos, Mons. Miquel Delgado Galindo, explicó en declaraciones a EWTN Noticias que el día del domingo debe reservarse al culto divino, el reposo, la familia y los amigos.

"La Iglesia nos enseña a reservar este día, el primero de la semana y en el que recordamos la Resurrección de Jesucristo, al culto divino y al descanso humano", afirmó en una entrevista concedida a EWTN Noticias el 30 de junio.

Mons. Delgado Galindo, recordó desde Roma que en el "domingo los católicos debemos participar en la Santa Misa, renovación incruenta del sacrificio de Cristo en la Cruz", ya que "es la mayor manifestación del culto y adoración que el hombre puede dar a Dios, Nuestro Señor".

La autoridad vaticana indicó además que este día está "para dedicarlo al descanso con la familia y con los amigos".

Asimismo, subrayó la importancia de la Carta Apostólica Dies Domini que el Beato Juan Pablo II publicó en 1998 sobre la santificación del domingo y como día del Señor para ser respetado por el episcopado, el clero y los fieles.

"Debemos darnos cuenta de que necesitamos estar más tiempo con nuestros familiares y con nuestros amigos, dedicarles aquellas horas que durante la semana es más difícil, debido a nuestros compromisos profesionales y sociales", indicó el funcionario.

El sacerdote consideró que el descanso semanal "es una necesidad humana" y recordó que "el hombre no puede estar siempre trabajando, del mismo modo que un arco no puede estar siempre con la cuerda tensa, porque en un determinado momento se puede romper".

Agregó que los católicos no deben considerar el descanso como el ‘no hacer nada’, sino que éste debe consistir en actividades que requieran un menor esfuerzo físico o intelectual como pasear en familia, leer un buen libro, practicar algún deporte, ver una película que merezca la pena.

"Esto hace que el lunes podamos volver a nuestro trabajo habitual con energías renovadas. Tanto desde el punto de vista religioso como humano, necesitamos el domingo", concluyó.

Alianza en defensa del domingo

El 28 de junio, desde Bruselas (Bélgica), una red de organizaciones lanzó oficialmente la "Alianza Europea para el Domingo" con el fin de reservar este día al tiempo libre y el culto religioso como valor fundamental para la sociedad.

La alianza a favor del domingo está formada por grupos que persiguen este fin específico, e incluye a sindicatos, comunidades religiosas y asociaciones de la sociedad civil comprometidos para difundir la percepción del tiempo libre como un valor social.

Domingo día del Señor

La carta Dies Domini explica que el día del Señor -como ha sido llamado el domingo desde tiempos apostólicos- ha tenido siempre, en la historia de la Iglesia, una consideración privilegiada por su estrecha relación con el núcleo mismo del misterio cristiano.

El domingo recuerda, en la sucesión semanal del tiempo, el día de la resurrección de Cristo, y por tanto, es la Pascua de la semana, en la que se celebra la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, la realización en él de la primera creación.

Read more: http://www.ewtnnoticias.com/noticias-catolicas/noticia.php?id=23239#ixzz1SWBgEbvr

domingo, 17 de julio de 2011

17 de Julio Día del Niño en Venezuela

La idea de celebrar a nivel mundial el Día del Niño nació en 1954, durante una Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, que estableció que cada país debía poner una fecha para consagrar y promover anualmente la fraternidad y el entendimiento entre los niños y niñas del mundo.

La UNICEF fue el organismo encargado para desarrollar ese proyecto y en Venezuela se decidió que se celebraría el tercer domingo de julio, lo cual coincide con el comienzo del período vacacional.

Es importante recordar que los niños son el futuro de la Patria y tanto la Declaración de los Derechos del Niño establecida por la UNICEF como las leyes venezolanas establecen una serie de principios para los niños nacidos en territorio nacional.

1. Todo niño tiene derecho a nacer de padres sanos.
2. Todo niño tiene derecho a conocer a sus padres, a ser alimentado, vestido y cuidado por estos.
3. Todo niño tiene derecho a ser atendido por el Estado en caso de orfandad, miseria y abandono.
4. Todo niño tiene derecho a vivir su vida completa de niño.
5. Todo niño tiene derecho a ser educado por maestros capacitados, de sólida preparación general y profesional, de espíritu recto y bondadoso, que tomen el ejercicio de su profesión como la más alta de sus funciones sociales y no como un simple medio para ganarse la vida.
6. Todo niño tiene derecho a edificios escolares cómodos e higiénicos; a parques de recreos, a campos de juego y deportes y espectáculos educativos gratuitos.
7. Todo niño tiene derecho a ser protegido contra cualquier clase de explotación. Ningún niño en Venezuela puede ni debe trabajar antes de los 14 años.
8. Todo niño tiene derecho a continuar sus estudios hasta donde se lo permitan sus aptitudes, debiendo en consecuencia, ser ayudado por el Estado cuando carezca de los medios económicos para ello.
9. Todo niño tiene derecho a no ser juzgado por los tribunales ordinarios, sino por Jueces Especiales de Menores. Ningún niño delincuente deberá ser perseguido ni encarcelado, sino recluido en establecimientos de reeducación que deben tener en lo posible una organización hogareña.
10. Todo niño tiene derecho a ser respetado en su personalidad espiritual, física y moral.

Tomado de http://www.magazine.com.ve/actualidad/index.php?id=4847&idSec=3&accion=detalle

sábado, 16 de julio de 2011

ORACIÓN

¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmen! Vos, que miráis con ojos de particular bondad al que viste vuestro bendito Escapulario, miradme benignamente y cubridme con el manto de vuestra maternal protección. Fortaleced mi flaqueza con vuestro poder, iluminad las tinieblas de mi entendimiento con vuestra sabiduría, aumentad en mí la fe, la esperanza y la caridad. Adornad mi alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de vuestro divino Hijo y de Vos. Asistidme en vida, consoladme cuando muera con vuestra amabilísima presencia, y presentadme a la augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto vuestro, para alabaros eternamente y bendeciros en el Paraíso. Amén.

Benedicto XVI niega que el purgatorio sea un lugar físico

Benedicto XVI niega que el purgatorio sea un lugar físico


Compartir7 viernes 14 de enero de 2011

VATICANO.- El Papa Benedicto XVI negó hoy que el purgatorio, la antesala del paraíso según la doctrina católica, sea un espacio físico y explicó que se trata, más bien, de un 'fuego interior' que purifica las almas.

Durante su catequesis semanal pronunciada en audiencia pública ante varios miles de personas en el Aula Pablo VI del Vaticano, el pontífice se refirió a la santa italiana Catalina de Génova, famosa por sus escritos teológicos referidos al purgatorio.

“Para Catalina el purgatorio no es presentado como un elemento del paisaje de las vísceras de la tierra: es un fuego no exterior, sino interior. Esto es el purgatorio, un fuego interior que purifica”, dijo el obispo de Roma.

Recordó que en la época en la cual vivió esa santa (siglo XV), se representaba el lugar de la purificación de las almas con el recurso de imágenes ligadas a un espacio concreto.

En cambio la mística Catalina describió al purgatorio como un estado donde las ánimas de los muertos se purifican luego de vivir la propia experiencia de dolor por los pecados cometidos, sostuvo.

“Ella no parte del más allá para describir los tormentos del purgatorio –como se usaba antes e incluso hoy- y después indicar el camino para la purificación o la conversión, sino que nuestra santa parte de la experiencia propia interior de su camino hacia la eternidad”, indicó.

Según el Papa la santa explicó que cuando el ser humano muere su alma se presenta a Dios aún ligada a los deseos y a la pena que derivan del pecado y esto le hace imposible gozar de la visión de Dios.

Agregó que para el alma Dios es tan puro y santo que con la mancha del pecado no puede encontrarse en presencia de la divina majestad.

“El alma es consciente del inmenso amor y de la perfecta justicia de Dios, como consecuencia sufre por no tener reposo en modo correcto y perfecto a tal amor y justamente el amor a Dios se vuelve en llama, el amor mismo la purifica de sus escorias de pecado”, apuntó.

Tomado de:http://noticiasdecristianos.blogspot.com/2011/01/benedicto-xvi-niega-que-el-purgatorio.html

jueves, 7 de julio de 2011

Cuatro mitos sobre las Cruzadas - Ultima Parte

De vuelta al presente

Volvamos al discurso del Presidente Clinton en Georgetown. ¿Cuántas de sus referencias a la Primera Cruzada fueron acertadas?
Es cierto que muchos musulmanes que se habían rendido y refugiado bajo las banderas de algunos señores cruzados –un acto que debería haberles dado tregua– fueron masacrados por tropas fuera de control. Aparentemente esto fue un acto de indisciplina y se afirma que esto enojaba enormemente a los señores cruzados en cuestión porque esto daba una mala imagen de ello.
Implicar –o simplemente decir– que esto fue algo querido por toda la fuerza de los cruzados, o que era parte integral de las cruzadas, es en el mejor de los casos equivocado. De cualquier modo, John France lo ha descrito bien: “este notorio evento no debe ser exagerado… Por más fea que haya sido la masacre… no estaba lejana a lo que era la práctica común en ese entonces respecto a un lugar en resistencia”. Y teniendo en cuenta el espacio, se podría anexar una lista larga y sangrienta, que se remonta al siglo VII, de acciones similares donde los musulmanes fueron los agresores y las víctimas los cristianos. Sin embargo esa lista no habría servido a los propósitos del Sr. Clinton.
El Sr. Clinton estaba usando probablemente a Raymond de Aguilers cuando se refirió a “la sangre hasta las rodillas” de los cruzados. Pero la física requerida para tal alegato es imposible, como es evidente. Raymond estaba simplemente fanfarroneando e invocando las imágenes del Antiguo Testamento y el Libro del Apocalipsis. No estaba ofreciendo un hecho cierto y probablemente no quería que tal declaración fuese tomada como tal.
Y si estamos o no aún “pagando por ello”, pueden ver el Mito 4 arriba. Esta es la más seria incongruencia de todo su pasaje. Por lo que estamos pagando no es por la Primera Cruzada, sino por las distorsiones occidentales de las cruzadas en el siglo XIX que fueron recogidas por un mundo musulmán insuficientemente crítico.
Los problemas con las afirmaciones del Sr. Clinton indican las trampas que esperan a aquellos que intentan explicar los textos antiguos o medievales sin una conciencia histórica e ilustran muy bien lo que sucede cuado uno toma recuentos históricos de a pocos –distorsionados o simplemente presentados selectivamente– que sostienen la agenda política de uno. Este tipo de abuso de la historia ha sido penosamente común en lo que a las cruzadas se refiere.
Pero de nada sirve distorsionar el pasado para nuestros propios fines. O más bien, puede servir para muchas cosas… pero no a la verdad. Las distorsiones y tergiversaciones de las cruzadas no nos ayudarás a entender el reto que plantea a Occidente un Islam resurgente y militante.
El fracaso de entender ese desafío podría ser mortal. De hecho, ya ha probado serlo. Podría tomar un largo tiempo establecer un recuento correcto sobre las cruzadas. Ya ha pasado mucho tiempo, además, para comenzar esa tarea.

Fin

Tomado de: http://www.aciprensa.com/controversias/lascruzadas.htm

miércoles, 6 de julio de 2011

Cuatro mitos sobre las Cruzadas-Parte 4

Mito 4: Los cruzados le enseñaron a los musulmanes a odiar y atacar a cristianos


Parte de la respuesta a este mito puede encontrarse arriba, en la parte del Mito 1. Los musulmanes habían estado atacando a los cristianos por más de 450 años antes de que el Papa Urbano declarara la Primera Cruzada. No necesitaban ningún incentivo para seguir haciéndolo. Pero hay también aquí una respuesta un poco más complicada.
Hasta hace muy poco, los musulmanes recordaban las cruzadas como una instancia en la que habían derrotado un insignificante ataque occidental cristiano. Un iluminador pasaje se encuentra en una de las cartas de Lawrence de Arabia, quien describe una confrontación durante las negociaciones de la Primera Guerra Mundial entre el francés Stéphen Pichon y Faisal al-Hashemi (luego Faisal I de Irak). Pichon presentó el caso por el interés francés en Siria, recordando las cruzadas, a lo que Faisal contestó con una aguda pregunta: “¿Pero, perdóneme, quien de nosotros ganó las cruzadas?”
Esto era generalmente representativo de la actitud musulmana hacia las cruzadas antes de la Primera Guerra Mundial, es decir, cuando los musulmanes se molestaban en recordarlas, que no era muy seguido. La mayoría de los escritos históricos en árabe sobre las cruzadas antes del siglo XIX fueron producidos por cristianos árabes, no por musulmanes, y la mayoría eran positivos. No existía tampoco una palabra árabe para “cruzadas” hasta ese periodo e incluso quienes lo acuñaron fueron, otra vez, cristianos árabes. No parecía importante para los musulmanes distinguir entre las cruzadas y otros conflictos entre el Cristianismo y el Islam.
No había tampoco una reacción inmediata a las cruzadas entre musulmanes. Como Carole Hillenbrand destaca, “la respuesta musulmana a la llegada de las cruzadas fue inicialmente de apatía, compromiso y preocupación con los problemas internos”. Hacia el 1130 comenzó una contra cruzada musulmana, bajo el liderazgo del feroz Zengi de Mosul (Irak). Pero se necesitaron algunas décadas para que el mundo musulmán se preocupara por Jerusalén, considerada en mayor estima por los musulmanes cuando no la dominaban que cuando sí lo hacen.
La acción contra los cruzados fue con frecuencia realizada como un medio para unir al mundo musulmán bajo varios aspirantes a conquistadores, hasta el 1291, cuando los cristianos fueron expulsados del territorio de Siria. Y –sorpresivamente para los occidentales– no fue Saladino quien fue reconocido por los musulmanes como el gran líder anti-cristiano. Ese lugar de honor usualmente fue otorgado a los más sedientos de sangre y más exitosos Zengi y Baibars, o al más público Nur al-Din.
La primera historia musulmana sobre las cruzadas no apareció sino hasta 1899. Por ese entonces, el mundo musulmán estaba redescubriendo las cruzadas, pero lo hacía con un giro aprendido de los occidentales.
En el periodo moderno, había dos escuelas europeas principales de pensamiento sobre las cruzadas. Una de ellas, representada por gente como Voltaire, Gibbon, y Sir Walter Scott; y Sir Steven Runciman del siglo XX, veían a los cruzados como bárbaros crudos, avaros y agresivos que atacaban musulmanes civilizados y amantes de la paz, para mejorar su propia suerte.
La otra escuela, más romántica y representada por figuras menos conocidas como el escritor francés Joseph-François Michaud, veía a las cruzadas como un glorioso episodio en una larga lucha en la que los cristianos habían vencido a las hordas musulmanas. Además los imperialistas occidentales comenzaron a ver a los cruzados como sus predecesores, adaptando sus actividades de un modo secularizado que los mismos cruzados no habrían reconocido o encontrado muy acordes.
Al mismo tiempo, el nacionalismo comenzó a enraizarse en el mundo musulmán. Los nacionalistas árabes tomaron prestada la idea de una larga campaña europea contra ellos de la escuela europea antigua de pensamiento, sin considerar el hecho de que constituía realmente una mala representación de las cruzadas, y usando este entendimiento distorsionado como una forma para generar apoyo para sus propias agendas.
Ese fue el caso hasta la mitad del siglo XX, cuando, en palabras de Riley-Smith, “un Panislamismo renovado y militante” aplicó las metas de los nacionalistas árabes a un renacimiento mundial de lo que era entonces llamado fundamentalismo islámico y a lo que ahora algunos se refieren como, un poco torpemente, como jihadismo.
Esto llevó casi inexpugnablemente al origen de Osama Bin Laden y Al Qaeda, ofreciendo una perspectiva de las cruzadas tan extraña como para permitir a Laden considerar a todos los judíos como cruzados y a las cruzadas como un rasgo permanente y continuo de la respuesta occidental al Islam.
La concepción de la historia de Bin Laden es una fantasía febril. No es más preciso en su perspectiva sobre las cruzadas que lo que es sobre la supuesta unidad islámica que cree el Islam disfrutó antes de que la malévola influencia cristiana se entrometiera. Pero la ironía está en que él y los millones de musulmanes que aceptaron el mensaje, recibieron ese mensaje originalmente de quienes ellos perciben como sus enemigos: de Occidente.
Entonces no fueron las cruzadas las que le enseñaron al Islam a atacar y odiar a los cristianos. Muy lejos de eso están los hechos. Esas actividades habían precedido a las cruzadas por largo tiempo, y nos dirigen hasta el origen del Islam. En vez de eso, fue Occidente quien enseñó al Islam a odiar las cruzadas. La ironía es grande.

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martes, 5 de julio de 2011

Cuatro mitos sobre las Cruzadas - Parte 3

Mito 3: Los cruzados fueron un bloque cínico que en realidad no creía ni en su propia propaganda religiosa, en vez de eso tenían otros motivos más materiales.

Este ha sido un argumento muy popular, al menos desde Voltaire. Parece creíble e incluso obligatorio para la gente moderna, dominada por la perspectiva del mundo materialista. Y ciertamente hubieron cínicos y hipócritas en la Edad Media, –descartando las obvias diferencias de tecnología y cultura material– la gente de entonces era tan humana como nosotros, y víctima de los mismos errores.
Sin embargo, como en los primeros dos mitos, esta afirmación generalmente es falsa y se puede demostrar con una sola razón: las bajas de las cruzadas eran usualmente tan altas, que muchos, sino la mayoría de los cruzados, iban a ellas sabiendo que no iban a volver. Un historiador militar de las cruzadas, por ejemplo, ha estimado la tasa de bajas en un aplastante 75 por ciento.
La declaración del cruzado Robert de Crésèques, del siglo XIII, de que había “venido a través del mar para morir por Dios en la Tierra Santa” –a la que efectivamente siguió rápidamente su muerte en una batalla– puede haber sido inusual en su fuerza y su cumplimiento rápido, pero no era una actitud atípica. Es difícil imaginar una manera más conclusiva de probar la dedicación de uno a una causa que sacrificar la vida por ella… y muchísimos cruzados hicieron eso.
Esta mito también se revela como falso cuando consideramos la manera en la que los cruzados fueron animados en las prédicas. Los cruzados no fueron reclutados. La participación era voluntaria y los participantes tenían que ser persuadidos para ir. El medio primario de persuasión era el sermón cruzado, y uno podría esperar encontrar estos sermones mostrando a las cruzadas como algo profundamente apelante.
Este, hablando en general, no era el caso. De hecho, lo opuesto es verdad: los sermones para las cruzadas estaban repletos de advertencias de que las cruzadas generaban privación, sufrimiento y con frecuencia la muerte. Que esta era la realidad de las cruzadas era algo bien sabido, en todo caso.
Como Jonathan Riley-Smith ha destacado, los predicadores de las cruzadas “tenían que persuadir a sus oyentes a comprometerse ellos mismos en empresas que interrumpirían sus vidas, posiblemente los empobrecerían e incluso los asesinarían o mutilarían, o que serían un inconveniente para sus familias, cuyo apoyo necesitarían… si es que iban a cumplir sus promesas”.
¿Entonces cómo tenía resultado la prédica? Funcionaba porque las cruzadas eran apelantes precisamente porque era una tarea dura y conocida, y porque emprender una cruzada por los motivos correctos era entendida como una penitencia aceptable del pecado. Lejos de ser una empresa materialista, la cruzada era impráctica en términos mundanos, pero valiosa para el alma.
No hay espacio aquí para explorar la doctrina de la penitencia como se desarrolló en la última etapa del mundo antiguo y medieval, pero es suficiente decir que la aceptación voluntaria de las dificultades y el sufrimiento era vista como una manera útil de purificar el alma (y aún lo es, en la doctrina católica actual). La cruzada era el ejemplo casi supremo de ese sufrimiento complicado, y por eso era una penitencia ideal y muy completa.
Relacionado al concepto de penitencia está el concepto de la cruzada como un acto de amor desinteresado, de “dar la vida por los amigos”. Desde el principio, la caridad cristiana era propuesta como una razón para las cruzadas, y esto no cambió en todo ese periodo. Jonathan Riley-Smith trató este aspecto de las cruzadas en un artículo muy conocido para los historiadores de las cruzadas, pero inadecuadamente reconocido en el amplio mundo académico, ignorado por el público en general.
“Para los cristianos… la sagrada violencia”, subraya Riley-Smith, no puede ser propuesta en cualquier ámbito excepto en el del amor… (y) en una era dominada por la teología del mérito esto explica por qué la participación en las cruzadas se consideraba como meritoria, por qué las expediciones eran vistas como actos penitenciales con las que se podía ganar indulgencias, y por qué la muerte en batalla era vista como martirio. Como manifestaciones del amor cristiano, las cruzadas fueron producto de la renovada espiritualidad del Medioevo central, con su preocupación de vivir la vita apostolica y expresando los ideales cristianos en activas obras de caridad, como lo fueron los nuevos hospitales, el trabajo pastoral de los agustinos y los premonstratenses y el servicio de los frailes. La caridad de San Francisco podría apelarnos más ahora que entonces a los cruzados, pero ambas se originan de las mismas raíces.
Con lo complicado que puede ser para la gente actual creer, la evidencia sugiere fuertemente que la mayoría de los cruzados estaban motivados por el deseo de agradar a Dios, expiar sus pecados y poner sus vidas al servicio del “prójimo”, entendido en el sentido cristiano.

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lunes, 4 de julio de 2011

Cuatro mitos sobre las Cruzadas Parte 2

Mito 2: Los cristianos occidentales fueron a las cruzadas porque su avaricia los motivó a saquear a los musulmanes para hacerse ricos

Nuevamente, no es verdad. Una versión del discurso del Papa Urbano II en Clermont en 1095 en la que alienta a los guerreros franceses a embarcarse en lo que sería conocido como la Primera Cruzada sí hace referencia a que podrían “echar a perder los tesoros (del enemigo)”, pero esto era nada más que una observación sobre la usual manera de financiar la guerra en la sociedad antigua y medieval.
Fulcher de Chartres sí escribió en los inicios del siglo XII que aquellos que habían sido pobres en Occidente se harían ricos en Oriente como resultado de sus esfuerzos en las Primeras Cruzadas, sugiriendo obviamente que otros podrían hacer lo mismo. Es necesario leer esto en contexto, que en ese momento era una falta crónica y fatal de mano de obra para la defensa de los estados cruzados. Fulcher no era del todo engañoso cuando decía que alguien podría volverse rico como resultado de las cruzadas, pero no estaba siendo del todo honesto tampoco, porque para muchos participantes, las cruzadas fueron increíblemente caras.
Como Fred Cazel señala, “pocos cruzados tenían suficiente dinero para pagar sus obligaciones en casa y mantenerse decentemente en las cruzadas”. Desde el principio mismo, las consideraciones financieras fueron importantes en la planeación de la cruzada. Los primeros cruzados vendieron tantas de sus posesiones para financiar sus expediciones que generaron una extendida inflación.
Aunque los siguientes cruzados tomaron esta consideración en cuenta y comenzaron a ahorrar mucho antes de embarcarse en esta empresa, el gasto seguía estando muy cerca de lo prohibitivo. Pese al hecho de que el dinero no jugó un rol esencial en las economías europeas en el siglo XI, había un “consistente y persistente flujo de dinero” de Occidente a Oriente como resultado de las cruzadas y las demandas financieras de las mismas causaron “profundos cambios económicos y monetarios en Europa y en el Levante”.
Una de las principales razones para el financiamiento de la Cuarta Cruzada, y su desvío a Constantinopla, fue el hecho de que se quedaron sin dinero antes de que se iniciara adecuadamente, y estaban tan endeudados con los venecianos que no pudieron controlar su propio destino. La Séptima Cruzada de Luis IX a mediados del siglo XIII costó seis veces más que el ingreso anual de la corona.
Los Papas recurrieron a tácticas incluso más desesperadas para recaudar dinero y financiar las cruzadas, desde la institución del primer impuesto a los ingresos en la primera parte del siglo XIII hasta hacer una serie de ajustes en la manera en que las indulgencias eran manejadas, lo que eventualmente llevó a ciertos abusos condenados por Martín Lutero. Incluso en el siglo XIII, muchos de quienes planeaban las cruzadas asumían que sería imposible atraer una suficiente cantidad de voluntarios para realizarlas, y participar de las cruzadas se convirtió en una especie de provincia de reyes y Papas, perdiendo su carácter popular original.
Cuando el Hospitaller Master Fulk de Villaret escribió sobre las cruzadas al Papa Clemente V cerca al 1305, subrayó que “sería una buena idea si el Señor Papa dispusiera algunas medidas para reunir un gran tesoro, sin el que esta misión (la cruzada) sería imposible”. Algunos años después, Marino Sanudo estimó que costaría cinco millones de florines en más de dos años efectuar la conquista de Egipto. Aunque no lo dijo, y tal vez no se dio cuenta de ello, la suma necesaria simplemente era una meta imposible de lograr.
En ese tiempo, las autoridades más responsables en Occidente habían llegado a la misma conclusión, lo que explica por qué se lanzaron cada vez menos cruzadas desde el inicio del siglo XIV.
En breve: muy pocos se hicieron ricos con las cruzadas, y sus números fueron empequeñecidos sobremanera por quienes quebraron. Muchos en el medioevo eran muy conscientes de eso y no consideraron a las cruzadas como una manera de mejorar su situación financiera.

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domingo, 3 de julio de 2011

Cuatro mitos sobre las Cruzadas Parte 1

Paul F. Crawford – 21/04/2011

El presente artículo desmiente detalladamente cuatro mitos sobre Las Cruzadas. Fue publicado originalmente en http://www.firstprinciplesjournal.com/articles.aspx?article=1483, texto que aparece en la edición de Primavera de 2011 del Intercollegiate Review. La traducción al español es de ACI Prensa
En el año 2001 el Expresidente Bill Clinton dio un discurso en la Universidad de Georgetown en el que habló sobre la respuesta de Occidente a los entonces recientes ataques terroristas del 11 de septiembre. El discurso contiene unas cuantas, pero relevantes, referencias a las cruzadas.
El Sr. Clinton afirmó que “cuando los soldados cristianos tomaron Jerusalén (en 1099), procedieron a matar a todas las mujeres y a todos los niños musulmanes en el templo del Monte”. Citó las “descripciones contemporáneas del evento” como fuentes en las que se afirma “que los soldados que caminaban allí lo hacían con sangre hasta las rodillas”. Esta historia, dijo el Sr. Clinton enfáticamente, “aún se narra en Medio Oriente y todavía estamos pagando por ello”.
Esta perspectiva de las cruzadas no es inusual. Pervierte libros de textos así como literatura popular. Otro libro que suele ser confiable alega que “la cruzadas fusionaron tres características medievales impulsivas: la piedad, la pugna y la codicia. Esenciales las tres”.
La película Kingdom of Heaven (“El Reino de los Cielos” o “Cruzada”, de 2005) muestra a los cruzados como fanáticos groseros, los mejores de los cuales se debaten entre el remordimiento por sus excesos y la lujuria para seguir con ellos.
Incluso la información histórica para los juegos de rol –que se supone se basan en fuentes más confiables– contienen afirmaciones como esta: “los soldados de la Primera Cruzada aparecieron, básicamente, sin advertencias, inundando Tierra Santa con la misión declarada –literalmente– de matar a los no creyentes”, “las cruzadas eran una temprana forma de imperialismo”, y “la confrontación con el Islam dio inicio a un periodo de fanatismo religioso que generó la Inquisición y las guerras religiosas en la desolada Europa durante la era Isabelina”.
El más famoso historiador semi-popular de las cruzadas, Sir Steven Runciman, termina sus tres volúmenes de magnífica prosa con el juicio de que las cruzadas eran “nada más que un largo acto de intolerancia en el nombre de Dios, que es el pecado contra el Espíritu Santo”.
El veredicto parece unánime. Desde los discursos presidenciales hasta los juegos de rol, las cruzadas son mostradas como un episodio deplorablemente violento en el que libertinos occidentales, que no habían sido provocados, asesinaban y robaban a musulmanes sofisticados y amantes de la paz, dejando patrones de opresión escandalosa que se repetirían en la historia subsecuente. En muchos lugares de la civilización occidental actual, esta perspectiva es demasiado común y demasiado obvia como para ser rebatida.
Pero la unanimidad no es garantía de precisión. Lo que todo el mundo “sabe” sobre las cruzadas podría, de hecho, no ser cierto. Veamos las nociones populares sobre los cruzados y tomemos cuatro para ver si pasan un examen más certero.

Mito 1: Las cruzadas representaron un ataque no provocado de cristianos occidentales contra el mundo musulmán

Nada podría estar más lejos de la verdad, e incluso una revisión cronológica aclararía eso. En el año 632, Egipto, Palestina, Siria, Asia Menor, el norte de África, España, Francia, Italia y las islas de Sicilia, Cerdeña y Córcega eran todos territorios cristianos. Dentro de los límites del Imperio Romano, que todavía era completamente funcional en el Mediterráneo oriental, el cristianismo ortodoxo era la religión oficial y claramente mayoritaria.
Fuera de los límites estaban otras grandes comunidades cristianas: no necesariamente ortodoxas o católicas, pero aún cristianas. La mayoría de la población cristiana de Persia, por ejemplo, era nestoriana. Ciertamente habían muchas más comunidades cristianas en la región árabe.
Hacia el año 732, un siglo después, los cristianos habían perdido Egipto, Palestina, Siria, el norte de África, España, gran parte de Asia Menor, y la parte sur de Francia. Italia y sus islas estaban bajo amenaza, y caerían bajo el dominio musulmán en el siglo siguiente. Las comunidades cristianas de Arabia fueron destruidas completamente en o poco después del 633, cuando los judíos y los cristianos por igual fueron expulsados de la península. Aquellos en Persia estuvieron bajo severa presión. Dos tercios del territorio que había sido del mundo cristiano eran ahora regidos por musulmanes.
¿Qué había pasado? La mayoría de la gente sí sabe la respuesta, si es que se les precisa un poco, pero por alguna razón no conectan usualmente la respuesta a las cruzadas. La respuesta es el avance del Islam. Cada una de las regiones mencionadas fue sacada, en el transcurso de cien años, del control cristiano por medio de la violencia, a través de campañas militares deliberadamente diseñadas para expandir el territorio musulmán a expensas de sus vecinos. Pero esto no dio por concluido el programa de conquistas del Islam.
Los ataques continuaron, focalizándose de tiempo en tiempo en los intentos cristianos por repelerlos. Carlo Magno bloqueó el avance musulmán en Europa occidental cerca al 800 pero las fuerzas islámicas simplemente cambiaron su objetivo y comenzaron por las islas del norte de África hasta las costas francesas e italianas, atacando el territorio principal italiano en el 837.
Una confusa lucha por el control de la zona centro y sur de Italia prosiguió el resto del siglo IX y el décimo. En cien años entre el 850 y el 950, los monjes benedictinos fueron expulsados de sus antiguos monasterios, los estados papales fueron arrasados y se establecieron bases piratas musulmanas en toda la costa norte de Italia y en el sur de Francia, desde donde se lanzaron los ataques en lo más profundo del territorio. Desesperados por proteger a las víctimas cristianas, los Papas se involucraron en los siglos XI y XII dirigiendo la defensa de los territorios a su alrededor.
La autoridad secular sobreviviente del mundo cristiano en este tiempo fue el Imperio Romano de Oriente o Bizantino. Habiendo perdido mucho de su territorio en los siglos VII y VIII por la repentina amputación provocada por los musulmanes, los bizantinos tomaron un largo periodo para renovar fuerzas y contraatacar.
A mediados del siglo IX, iniciaron el contraataque en Egipto, la primera vez desde el 645 en que osaron ir tan lejos al sur. Entre las décadas del 940s’ y el 970s’, los bizantinos lograron un gran avance al recuperar territorios perdidos. El emperador Juan Tzimiskes recuperó buena parte de Siria y un sector de Palestina, llegando hasta Nazaret, pero sus ejércitos se extendieron demasiado y tuvo que concluir su campaña en el 975 sin haber recuperado Jerusalén misma. El contraataque musulmán no se hizo esperar y los bizantinos pudieron retener, a duras penas, Alepo (Siria) y Antioquía.
La lucha continuó sin cesar en el siglo XI. En 1009, un trastornado gobernante musulmán destruyó la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén e inició una gran persecución de cristianos y judíos. Pronto fue depuesto y hacia el año 1038 los bizantinos habían negociado el derecho a tratar de reconstruir la estructura. Sin embargo otros eventos hacían difícil la vida para los cristianos en el área, especialmente el desplazamiento de los gobernantes árabes musulmanes por los turcos Seljuk, quienes desde el 1055 comenzaron a tomar el control de Medio Oriente.
Esto desestabilizó el territorio e introdujo nuevos gobernantes (los turcos) que no estaban familiarizados ni siquiera con el mosaico y modus vivendi que había existido entre la mayoría de los gobernantes árabes musulmanes y sus súbditos cristianos. Las peregrinaciones comenzaron a hacerse cada vez más difíciles y peligrosas, y los peregrinos occidentales comenzaron a unirse y a portar armas para defenderse mientras trataban de llegar a los santos lugares en Palestina: son destacables las peregrinaciones armadas que se dieron entre 1064 y 1065; y entre 1087 y 1091.
En el Mediterráneo occidental y central, el balance de poder se inclinaba hacia los cristianos y se le iba de las manos a los musulmanes. En el 1034, los pisanos saquearon una base musulmana en África del Norte y finalmente extendieron sus contraataques a todo el Mediterráneo. También ellos generaron contraataques hacia Sicilia entre 1062 y 1063. En 1087, una gran fuerza aliada saqueó Mahdia, actualmente Túnez, en una campaña patrocinada por el Papa Víctor III y la condesa de Toscana. Claramente los cristianos italianos estaban tomando la delantera.
Pero mientras el poder cristiano en el Mediterráneo central y occidental crecía, estaba en problemas en la parte oriental. El alza de los turcos musulmanes varió el peso del poder militar contra los bizantinos, quienes perdieron una considerable extensión de terreno nuevamente en la década del ‘1060s. Intentando encabezar otras incursiones en el lejano oriente de Asia Menor en 1071, los bizantinos sufrieron una devastadora derrota a manos de los turcos en la batalla de Manzikert. Como resultado de esta batalla, los cristianos perdieron el control de casi toda Asia Menor, con sus recursos agrarios y sus territorios de reclutamiento militar, y un sultán musulmán estableció una capital en Nicea, lugar de la creación del Credo Niceno Constantinopolitano en el 325, a 125 millas de Constantinopla.
Desesperados, los bizantinos pidieron ayuda a occidente, dirigiendo estos llamados primeramente a la persona que veían como autoridad allá: el Papa, que, como hemos visto, ya había estado dirigiendo la resistencia cristiana contra los ataques musulmanes.
En los primeros años de la década del ‘1070s, el Papa era Gregorio VII, e inmediatamente comenzó los planes para liderar una expedición en ayuda de los bizantinos. Debido a su participación en un conflicto con los emperadores alemanes (lo que los historiadores llaman la ‘controversia de investidura’), no pudo ofrecer una ayuda significativa. Sin embargo los bizantinos persistieron en su pedido de ayuda, y finalmente, en el año 1095, el Papa Urbano II hizo realidad el deseo de Gregorio VII, poniéndolo en práctica en lo que sería la Primera Cruzada.
Si una cruzada era lo que Urbano o los bizantinos tenían en mente es cuestión de cierta controversia. Pero la articulada progresión de eventos que llevaron a ella no lo es.
Lejos de no haber sido provocadas, entonces, las cruzadas realmente representan el primer gran contraataque del Occidente cristiano contra los ataques musulmanes que se habían dado continuamente desde el inicio del Islam hasta el siglo XI, y que siguieron luego casi sin cesar.
Tres de las cinco sedes episcopales de la cristiandad (Jerusalén, Antioquía y Alejandría) habían sido capturadas en el siglo VII antes de las cruzadas. La cuarta sería capturada en 1453, dejando solo una de las cinco (Roma) en manos cristianas hacia el año 1500. Roma fue amenazada nuevamente en el siglo XVI. Esto no significa entonces la ausencia de provocación, en vez de ello se aprecia una amenaza mortal y persistente, una a la que tenía que responderse con una defensa vigorosa si la Cristiandad quería sobrevivir. Las cruzadas fueron simplemente una herramienta en las opciones defensivas ejercidas por los cristianos.
Para poner el asunto en perspectiva, basta con preguntarse cuántas veces fuerzas cristianas han atacado la Meca. La respuesta, por supuesto, es nunca.
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