domingo, 25 de noviembre de 2012

Jesucristo, Rey del Universo.

Hoy se celebra, según el calendario litúrgico tradicional, la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

Se denomina Rey a Jesucristo, por el supremo grado de excelencia que posee y que le encumbra sobre todas las cosas creadas:

1) Reina en las inteligencias de los hombres porque Él es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de El y recibir obedientemente la verdad.

2) Reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en Él la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la Santa Voluntad Divina, sino también porque con Sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobles propósitos.

3) Reina en los corazones de los hombres porque, con Su supereminente caridad y con Su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie -entre todos los nacidos- ha sido, ni será nunca, tan amado como Jesucristo.

En sentido propio y estricto también le pertenece a Jesucristo, como hombre, el título y la potestad de Rey, ya que del Padre recibió la Potestad, el Honor y el Reino; además, siendo Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con Él lo que es propio de la Divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas.

Muchos pasajes de las Sagradas Escrituras confirman que Jesucristo es Rey. Esta doctrina es seguida por la Iglesia –Reino de Cristo sobre la tierra- con el propósito de celebrar y glorificar, durante el ciclo anual de la liturgia, a su Autor y Fundador como soberano Señor y Rey de reyes.

En el Antiguo Testamento se adjudica el título de Rey a Aquel que deberá nacer de la estirpe de Jacob; el que por el Padre ha sido constituido Rey sobre el monte santo de Sión y recibirá las gentes en herencia, y en posesión los confines de la Tierra.

Además, se predice que Su reino no tendrá límites y estará enriquecido con los dones de la Justicia y de la Paz: "Florecerá en sus días la justicia y la abundancia de paz... y dominará de un mar a otro, y desde el uno hasta el otro extrema del orbe de la Tierra".

También Zacarías predice al "Rey manso que, subiendo sobre una asna y su pollino", había de entrar en Jerusalén, como Justo y como Salvador, entre las aclamaciones de las turbas, de lo que dieron cuenta los santos Evangelistas.

En el Nuevo Testamento, esta misma doctrina sobre Cristo Rey se halla presente desde el momento de la Anunciación del arcángel San Gabriel a la Santísima Virgen María, por la cual fue advertida de que daría a luz un Niño a quien Dios había de dar el trono de David, y que reinaría eternamente en la casa de Jacob, sin que Su Reino tuviera jamás fin.

El mismo Jesucristo daría testimonio de su realeza más adelante:

1) En su último discurso al pueblo, al hablar del premio y de las penas reservadas perpetuamente a los justos y a los réprobos.

2) Al responder al gobernador romano que públicamente le preguntaba si era Rey.

3) Después de Su Resurrección, al encomendar a los Apóstoles que enseñaran y bautizaran a todas las gentes, siempre y en toda ocasión oportuna se atribuyó el título de Rey, y públicamente confirmó que es Rey, declarando solemnemente que le ha sido dado todo poder en el Cielo y en la Tierra.

Cristo impera sobre nosotros, no sólo por derecho de naturaleza, sino también por derecho de conquista, adquirido por la Redención. Con Su Preciosísima Sangre, como de Cordero Inmaculado y sin mancha, muchos son redimidos del pecado. No somos, pues, ya nuestros, pues Cristo nos ha comprado a un gran precio; hasta nuestros mismos cuerpos son miembros de Jesucristo.
(versión de un texto original de Aciprensa)

jueves, 1 de noviembre de 2012

1 Nov - Fiesta de Todos los Santos

La Iglesia Católica ha llamado "santos" a aquellos que se han dedicado a que su propia vida le sea lo más agradable posible a Nuestro Señor.

Hay unos que han sido "canonizados", o sea declarados oficialmente santos por el Sumo Pontífice, por lo que por su intercesión se han conseguido admirables milagros, y porque después de haber examinado minuciosamente sus escritos y de haber hecho una cuidadosa investigación e interrogatorio a los testigos que lo acompañaron en su vida, se ha llegado a la conclusión de que practicaron las virtudes en grado heroico.

Para ser declarado "santo" por la Iglesia Católica se necesita toda una serie de trámites rigurosos. Primero una exhaustiva averiguación con personas que lo conocieron, para saber si en verdad su vida fue ejemplar y virtuosa. Si se logra comprobar por el testimonio de muchos que su comportamiento fue ejemplar, se le declara "Siervo de Dios". Si por detalladas averiguaciones se llega a la conclusión de que sus virtudes, fueron heroicas, es declarado "Venerable". Más tarde, si por su intercesión se consigue algún milagro totalmente inexplicable por medios humanos, es declarado "Beato". Finalmente si se consigue un nuevo y maravillosos milagro por haber pedido su intercesión, el Papa lo declara "santo".

En el caso de algunos santos el procedimiento de canonización ha sido rápido, como por ejemplo para San Francisco de Asís y San Antonio, que sólo duró 2 años.

Poquísimos otros han sido declarados santos seis años después de su muerte, o a los 15 o 20 años. Para la inmensa mayoría, los trámites para su beatificación y canonización duran 30, 40, 50 y hasta cien años o más. Después de 20 o 30 años de averiguaciones, la mayor o menor rapidez para la beatificación o canonización, depende de quien obtenga más o menos pronto los milagros requeridos.

Los santos "canonizados" oficialmente por la Iglesia Católica son varios millares. Pero existe una inmensa cantidad de santos no canonizados, pero que ya están gozando de Dios en el cielo. A ellos especialmente está dedicada esta fiesta de hoy.

Tomado de: http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=328