jueves, 30 de agosto de 2012

+ Santa Rosa de Lima - Patrona de América

Isabel Flores de Oliva nació en Lima (Perú) el 30 de abril de 1586, hija de Gaspar Flores y de María de Oliva. Fue bautizada en la Parroquia de San Sebastián en Lima por el sacerdote Antonio Polanco. Recibió la confirmación en el pueblo de Quives de manos del entonces Arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo. Todos la llamaban Rosa porque según la tradición cuando era apensas una bebé su rostro se transformó en una rosa. Más adelante ella quiso llamarse Rosa de Santa María. Dedicó su vida a la oración, el sacrificio y la ayuda a los mas necesitados.
Murió a los treinta y un años de edad el 24 de agosto de 1617, fiesta de San Bartolomé, como ella misma lo profetizó. El Papa Clemente X la canonizó en 1671. Fue la primera Santa de América luego de producirse la primera Evangelización del continente americano. Hoy sus restos se veneran en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Lima (Santo Domingo) con una gran devoción del pueblo peruano y de América. En Lima se levantó un Santuario en su honor.

miércoles, 29 de agosto de 2012

+ Martirio de San Juan el Bautista

La celebración de la fiesta del martírio de San Juan Bautista, que en la Iglesia Latina tiene origenes antiguas (en Francia en el siglo V, y en Roma en el siglo VI), está vinculada a la dedicación de la Iglesia construida en Sebaste en la Samaria, en el supuesto túmulo del Precursor de Cristo. La fiesta aparece ya en la fecha del 29 de agosto en los sacraméntarios romanos, y conforme el Martirólogo Romano esa fecha correspondería a la segunda vez que encontrarán la cabeza de San Juan bautista, transportada a Roma. Tenemos sobre San Juan Bautista las narraciones de los Evangelios, en particular de Lucas, que en ellos habla de su nacimiento, de la vida en el desierto, de su predicación, y de Marcos que nos refiere a su muerte. Por el evangelio y por la tradición podemos reconstruir la vida del precursor, cuya palabra de fuego parece en la verdad con el espíritu de Elias. Nego categoricamente ser el Mesías esperado, afirmando la superioridad de Jesús, que apuntó a sus seguidores por acasión del bautismo en las orillas del Rio Jordan. Su figura perece irse deshaciendo, a la medida que va surgiendo "el más fuerte", Jesús. Todavia, "el mayor de entre los profetas" no cesó de hacer oir su voz donde fuese necesaria para consertar los sinuosos caminos del mal. Reprobó publicamente el comportamiento pecaminoso de Herodes Antipas y de la cuñada Herodíades, mas la previsible suceptibilidad de él le costo la dura prisión en Maqueronte, en la orilla oriental del Mar Muerto. Por ocasión de la fiesta celebrada en Maqueronte, la hija de Herodíades, Salomé, habiendo dado verdadero show de agilidad en la danza, entusiasmó a Herodes. Como premio pidió, por instigación de la madre, la cabeza de San Juan Bautista. Ultimo profeta y primer apóstol, el dió la vida por su misión, y por eso es venerado en la Iglesia como martir.

Venezuela: 'Que momentos dolorosos como el presente nos ayuden a crecer en fraternidad'

Solidaridad de los obispos con las víctimas del trágico accidente de la refinería de Amuay


CARACAS, lunes 27 agosto 2012 (ZENIT.org).- Los obispos que conforman la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), interpretando el sentir de todo el episcopado nacional, han hecho público un comunicado solidarizándose con las víctimas de trágico accidente de la refinería de Amuay.
Los obispos manifiestan su "profundo dolor ante los trágicos acontecimientos ocurridos, la madrugada de este sábado 25 de Agosto, en la Refinería de Amuay; acontecimientos que enlutan y entristecen a todo el pueblo venezolano y, en particular, a los habitantes del Estado Falcón".
Como se sabe, durante la madrugada del pasado sábado se registró una fuga de gas en el área 23 de almacenaje del Centro Refinador de Paraguaná (CRP), en el estado Falcón, compuesto por las refinerías Amuay y Cardón.
Esa fuga creó una nube de gas que no se disipó por el viento, como normalmente ocurre y provocó una fuerte explosión que afectó seriamente el área y los sectores circundantes, con un saldo de 41 muertos y más de 80 heridos.
"Como pastores de la Iglesia --afirman los obispos- queremos hacer llegar nuestra palabra de consuelo y solidaridad cristianos a los afectados por tan lamentable suceso. La fe en Jesucristo, Señor de la vida, médico de las almas y de los cuerpos, los sostenga en su dolor y les conceda la paz que sólo él puede ofrecer (Cf. Jn 14,27). Tengan la certeza que las oraciones y el cariño de todos los católicos de Venezuela los acompaña en este momento".
Así mismo, elevan sus plegarias "por el eterno descanso de los fallecidos" y piden "que la confianza en Aquel que nos dice:'yo soy la resurrección y la vida' (Jn 11,25), fortalezca en la esperanza de la vida eterna, a los que hoy lloran la muerte de sus seres queridos".
Los pastores venezolanos concluyen expresando una esperanza: "Permita el Señor que momentos dolorosos como el presente nos ayuden a crecer en fraternidad y espíritu de colaboración a todos los venezolanos".
Firman el comunicado los obispos: Diego Padrón, presidente de la CEV; los dos vicepresidentes, José Luis Azuaje y Mario Moronta, y el secretario general Jesús González de Zárate.


ZS12082704 - 27-08-2012
Permalink: http://www.zenit.org/article-42989?l=spanish

Benedicto XVI se solidariza con las víctimas de la explosión de la refinería de Amuay en Venezuela


El pontífice envió ayer un telegrama de pésame al presidente de la Conferencia Episcopal


CIUDAD DEL VATICANO, martes 28 agosto 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha enviado un telegrama de pésame por las numerosas víctimas de la explosión que tuvo lugar en la refinería petrolera de Amuay, Venezuela.
El telegrama fue enviado ayer por el papa, a través del secretario de Estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, dirigido al arzobispo de Cumaná y presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor Diego Rafael Padrón Sánchez.
En su telegrama, el pontífice se muestra "profundamente apenado por la noticia del grave accidente en la refinería de Amuay, estado Falcón, que ha provocado numerosas víctimas y daños materiales".
Así mismo, "ofrece sufragios al Señor por el eterno descanso de los fallecidos, al mismo tiempo que desea expresar su paternal cercanía espiritual a los heridos, así como a los damnificados y sus familiares".
En su mensaje, Benedicto XVI alienta también "a toda la comunidad civil y eclesial de Venezuela a prestar con caridad y espíritu de solidaridad cristiana la necesaria ayuda a cuantos han perdido sus hogares o sus bienes personales".
Con estos sentimientos, el santo padre "imparte a los afectados y a cuantos les socorren la confortadora bendición apostólica, como signo de afecto al querido pueblo venezolano".
Amuay – 25.8.2012 – Héctor Silva

ZS12082805 - 28-08-2012
Permalink: http://www.zenit.org/article-42997?l=spanish

lunes, 27 de agosto de 2012

San Agustin

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
(de San Agustín)
Espíritu Santo, inspíranos, para que pensemos santamente.
Espíritu Santo, incítanos, para que obremos santamente.
Espíritu Santo, atráenos, para que amemos las cosas santas.
Espíritu Santo, fortalécenos, para que defendamos las cosas santas.
Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas santas.

martes, 14 de agosto de 2012

¿Por qué los católicos rezamos a los santos?, no los idolatramos.

Contrario a lo que creen, predican y discuten los cristianos no-católicos, la Biblia sí nos invita a solicitar en la oración la intercesión de los santos.
Desde el Antiguo Testamento vemos sugerencias en este sentido:
"Bendigan al Señor todos sus Angeles, héroes poderosos que ejecutan sus órdenes apenas oyen el sonido de su palabra. Bendigan al Señor todos sus ejércitos, servidores que hacen su voluntad ... Bendice alma mía al Señor” (Sal. 103, 20-21).
“Alaben al Señor desde los cielos, alábenlo en las alturas, alábenlo todos sus Angeles, alábenlo todos sus ejércitos” (Sal. 148, 1-2).
Cuando San Rafael Arcángel descubre su verdadera identidad a Tobías y Sara, le hace saber esto: “Cuando tú y Sara rezaban, yo presentaba tus oraciones al Señor” (Tob. 12, 12).
Tanto los Angeles, como los Santos, son intercesores activos ante Dios por nosotros los seres humanos.
San Juan en el Apocalipsis expresamente nos hace saber que esto es así, cuando nos describe a los Santos ofreciendo nuestras oraciones a Dios. Los describe como “los veinticuatro ancianos” (los guías del pueblo de Dios en el Cielo) “que tenían en sus manos arpas y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos” (Ap. 5, 8).
Así que los Santos, aquellos seres humanos que nos han precedido en la gloria eterna, interceden por nosotros ante Dios de manera activa y continua, como también lo hacen los Angeles de Dios.
Interceder significa que oran por nosotros personas que están en la tierra y muy especialmente los que están en el Cielo, Angeles y Santos. Pero también oran con nosotros. Y no es invento o imaginación de los católicos.
He aquí lo que nos revela San Juan en el Apocalipsis:
“Entonces vino otro Angel y se paró delante del altar de los perfumes con un incensario de oro. Le dieron muchos perfumes para que los ofreciera con las oraciones de todos los santos ... y la nube de perfumes, junto con las oraciones de los santos, se elevó de las manos del Angel hasta la presencia de Dios” (Ap. 8, 3-4).
Jesús mismo nos hace saber que nuestros Angeles de la Guarda interceden directamente ante el Padre por nosotros: “Sus Angeles en el Cielo contemplan sin cesar la cara de mi Padre que está en los Cielos” (Mt. 18, 10).
Ahora bien, es cierto que San Pablo dice:“Unico es Dios, único también es el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, verdadero hombre” (1 Tim. 2, 5).
Pero esto no significa que no podemos o no debemos pedir a otros cristianos que oren por nosotros.
De hecho el mismo San Pablo recomienda que se hagan “peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres”,recalcando que “estas oraciones son buenas y Dios nuestro Salvador las escuchará” (1 Tim. 2, 1-3). ¿Qué es esto sino intercesión y mediación de unos por los otros?
Muy especialmente debemos solicitar la intercesión de los cristianos que ya están en el Cielo, aquéllos que han sido ya santificados plenamente, porque -según nos dice Santiago en su Carta- “la súplica del justo tiene mucho poder” (St. 5, 16).
Adicionalmente, la enseñanza de los Padres de la Iglesia no sólo testimonia su claro reconocimiento a la enseñanza bíblica de que los que están en el Cielo pueden y de hecho interceden por nosotros, sino que aplicaban esta enseñanza a su propia vida de oración:
“Que a través de sus oraciones y súplicas, Dios recibiera nuestra petición” (San Cirilo de Jerusalén, 350 AD).
“Vosotros santos interceded por nosotros que somos hombres tímidos y pecadores, llenos de pereza, para que la gracia de Cristo pueda venir sobre nosotros, e iluminad nuestros corazones para que podamos amarle” (San Efrén, 370 AD).
“Por la orden de tu Hijo unigénito nos comunicamos con la memoria de tus Santos ... por cuyas oraciones y súplicas tened misericordia de nosotros” (de la Liturgia de San Basilio, 373 AD).“Sí, estoy seguro que la intercesión de (Cipriano) es de más utilidad ahora que su instrucción en días pasados, ya que está más cerca de Dios, ahora que se ha librado de sus ataduras corporales” (San Gregorio de Nacianceno, 380 AD).
“(Efrén), tú que están ante el altar divino (en el Cielo), recuérdate de nosotros, pidiendo por la remisión de nuestros pecados y la fruición del reino eterno” (San Gregorio de Nisa, 380 AD).
“Aquél que tiene la diadema, suplica al fabricador de tiendas (Pablo) y al pescador (Pedro) como patrones, aunque están muertos” (San Juan Crisóstomo, 392 AD).
“Si los Apóstoles y los Mártires mientras estén en cuerpo pueden orar por otros, en un tiempo cuando tenían que estar pendientes de ellos mismos, cuánto más lo harán después de coronas, victorias y triunfos” (San Jerónimo, 406 AD).
“Celebramos ... la memoria de los Mártires, tanto para estimular el que sean imitados, como para participar de sus méritos y ser auxiliados por sus oraciones” (San Agustín, 400 AD)

San Francisco de Asis
de Arturo Burillo González, el El miércoles, 8 de agosto de 2012 a la(s) 11:00

miércoles, 8 de agosto de 2012

Sermones de San Bernardo de Claraval



1. Hoy celebramos la fiesta de los ángeles, y exigís un sermón digno de semejante solemnidad. ¿Pero qué pueden decir de los espíritus angélicos unos viles gusanos? Creemos y confesamos sin vacilar que la presencia y visión divina los hace dichosos, y que disfrutan eternamente de aquellos bienes del Señor que el ojo nunca vio, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre puede imaginar. ¿Qué va a decir, pues, un simple mortal a hombres mortales, de realidades que ni él puede imaginar ni ellos son capaces de entender? Si de la abundancia del corazón habla la boca, en nuestro caso la lengua tiene que enmudecer por falta de ideas.
 Es cierto que nos desborda por completo y supera nuestra capacidad explicar el resplandor de la gloria de que los ángeles santos gozan en sí mismos, o más bien en Dios. Pero sí podemos comentar la gracia y amor que nos dispensan. Estos espíritus celestes no sólo tienen una grandeza que nos causa admiración, sino también una delicadeza llena de amor.
 Así, pues, hermanos, ya que no podemos comprender su gloria acojamos entrañablemente su misericordia. Nos consta que estos familiares de Dios, ciudadanos del cielo y príncipes del paraíso, la poseen a raudales. Nos lo confirma por otra parte el Apóstol, que fue arrebatado al tercer cielo y mereció estar presente en aquella corte bienaventurada y conocer sus secretos. "Todos ellos son espíritus encargados de un ministerio, con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación".
2. Y que nadie ponga esto en duda: el mismo Creador y Rey de los ángeles no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por todos. ¿Cómo vamos a despreciar esta misión de los ángeles, si se adelantó a ellos aquel a quien ellos sirven en el cielo llenos de ilusión y de gozo? Si también dudas de esto, hay quien lo vio y lo testifica: "Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Otro Profeta dice al Padre, refiriéndose al Hijo: "Lo hiciste poco menos que los ángeles". Sí, es maravilloso que "quien es tanto más poderoso cuanto más extraordinario es el título que ha heredado", supere en humildad a los que sobrepuja en grandeza y aparezca muy por debajo de los ángeles el que se consagró al más humilde servicio.
 Tal vez te preguntes en qué se hizo inferior a los ángeles cuando vino a servir, ya que también ellos, como antes dijimos, tienen la misión de servir. Muy sencillo: en que no sólo sirvió sino que también se dejó servir, siendo uno mismo el que ofrecía sus servicios y los recibía. Razón tiene la esposa del Cantar cuando grita: ¡Mirad, cómo viene éste, saltando sobre los montes y brincando por los collados! Cuando se pone a servir salta sobre los ángeles, y cuando se deja servir brinca sobre ellos. Los ángeles sirven de lo ajeno, ofreciendo a Dios nuestras buenas obras, y trayéndonos su gracia. Por eso la Escritura, antes de afirmar que "de la mano del ángel subió ante Dios el humo de los aromas" dice expresamente que le habían entregado gran cantidad de aromas. Ellos ofrecen a Dios nuestros sudores, no los suyos; y no sus lágrimas no las nuestras Y nos devuelven, no sus propios dones sino los de Dios.
3. No actuó así aquel Siervo que está por encima de todos y se hizo el más humilde: se ofreció a sí mismo como sacrificio de alabanza, entregó su vida al Padre y nos reparte diariamente su carne. En gracia, pues, a un Siervo tan extraordinario, los ángeles santos nos asisten gustosa y amablemente. Nos aman porque Cristo nos amó. Dice un proverbio popular: Quien ama a Beltrán, ama a can. ¡Ángeles benditos! Nosotros somos unos cachorrillos de ese Señor a quien vosotros tanto amáis; unos perrillos ansiosos de llenarse el estómago con las migajas que caen de la mesa de sus amos, que sois vosotros.
 Digo esto, hermanos, para que tengáis plena confianza en los ángeles y acudáis libremente a ellos en todas vuestras necesidades. Procurad, vivir más dignamente en su presencia, alcanzar continuamente su favor, captar su benevolencia e implorar su clemencia. Para ello estimo necesario indicaros otros motivos que estimulan a los ángeles a cuidarse de nuestra debilidad. Sin ansiedad suya, ciertamente, pero con mucho provecho para nosotros. Sin perjuicio para su felicidad, y en beneficio inmenso de nuestra salvación.


RESUMEN
Cristo vino con nosotros para servir y ser servido. Los ángeles sirven a la obra del Creador presentándoles nuestras lágrimas y sudores. Los Ángeles nos asisten y aman porque Cristo nos amó.