jueves, 26 de julio de 2012

Santiago el Mayor


Nace en Galilea. Es hijo de Zebedeo y María Salomé. Hermano mayor de san Juan, evangelista.
Jesús los encuentra remendando redes con su padre, a orillas del mar de Galilea. Y los llama. Por su ardoroso celo les dice "hijos del trueno".
Comparten la resurrección de la hija de Jairo y la transfiguración de Jesús en el Tabor, así como su dolor en el huerto de Getsemaní.
Santiago y Juan son los que viendo la actitud de los samaritanos le dicen a Jesús: " ¿Quieres que hagamos caer fuego del cielo para que consuma a esta gente? " (se puede leer en Lucas 9,54).
Son ellos los que le piden a Jesús un lugar a cada lado en su gloria, a lo que Nuestro Señor les responde: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé y recibir el bautismo que Yo recibiré?". "Podemos "responden. (Se puede leer en Marcos 10,35-40).
Después de la ascensión de Jesús, Santiago predica en Jerusalén y Samaría.
El rey Herodes Agripa lo manda decapitar en el año 44. Es el primer apóstol que sufre el martirio por la fe (protomártir de los apóstoles). Escribe una de las cartas del Nuevo Testamento.
Se cree que hizo un viaje apostólico a España. Sus restos descansan en la catedral de Santiago de Compostela (España)

Oracion
¡Gran Apóstol Santiago, familiar cercano de nuestro Señor y aún más cercano a Él por lazos espirituales! Al ser llamado por Él entre los primeros discípulos y ser favorecido con Su especial intimidad, tu respondiste con gran generosidad, dejándolo todo para seguirle a la primera llamada. También tuviste el privilegio de ser el primero de los Apóstoles en morir por Él, sellando tu predicación con tu sangre.
 
“Atronador” en el entusiasmo en la tierra desde el cielo, te has mostrado defensor de Su Iglesia una y otra vez, apareciendo en el campo de batalla de los Cristianos para derrotar y dispersar a los enemigos de la Cruz, y llevar a los descorazonados Creyentes a la Victoria. Fuerza de los Cristianos, refugio seguro de aquellos que te suplican con confianza, oh, protégenos ahora en los peligros que nos rodean.
 
Que por tu intercesión, nuestro Señor nos conceda Su Santo Amor, filial temor, justicia, paz y la victoria sobre nuestros adversarios, tanto visibles como invisibles, y sobre todo, que un día nos conceda la felicidad de verlo y tenerlo con nosotros en el cielo, en tu compañía y la de los ángeles y santos para siempre. Amén.