
La Encomienda Magistral de Venezuela se llena júbilo al contar ya con su primer año de existencia dentro de nuestra noble nación, un año que sin duda ha sido difícil y marcado numerosas vicisitudes que fueron superadas una a una en la medida en que se presentaron. En muchas ocasiones los escudos se rompieron, las lanzas volaron en mil pedazos y las espadas cayeron de nuestras manos, sin embargo, siempre nos recuperamos, siempre nos volvimos a levantar, y sobre todo, nunca nos rendimos a los numerosos ataques de los que fuimos víctimas, tanto desde afuera como desde dentro.
Nuestras filas se cerraron en torno a la iglesia, resistiendo así los numerosos ataques del enemigo, aquel enemigo común a toda la humanidad, y que no con poca frecuencia cambia de forma y de táctica para confundirnos y hacernos desviar del camino recto que nos lleva al Señor.
Durante este año, nos fortalecimos, nos solidificamos y nos cohesionamos.
Bien es cierto que no todos los que comenzaron a transitar el camino perseveraron, pero no hay nada que lamentar a ese respecto, pues lo que importa para nosotros no es el número, sino la calidad; ponemos énfasis así en nuestro empecinada y a veces terca determinación de estar integrados por caballeros, damas y aspirantes de rectas, humiles y transparentes intenciones.
Alejados de toda intención despótica u ocultista que pueda manchar el buen nombre de nuestra hermandad. Se felicita entonces a todos aquellos que han permanecido fieles y dignos durante todo el año trascurrido, recordándoles además que estamos en la época de siembra, en la cual las cosas no siempre son como creíamos; pero que sin lugar a dudas llegará el momento de la cosecha, una en la que podremos ofrecer nuestros frutos al señor; pues no debemos olvidar que nuestra hermandad está realizando la obra de Dios.
Pidámosle a Él entonces que nos llene de gracia y fortaleza espiritual para seguir recorriendo juntos este camino, permitiéndonos de esta manera llevar su mensaje, el mensaje de Cristo, a más lugares dentro de la geografía nacional.
Non Nobis