Al
amanecer del 13 de octubre de 1307 se produjo en Francia un acontecimiento de
un alcance considerable: todos los templarios franceses fueron arrestados en
sus residencias. El rey de Francia, Felipe el Hermoso, de quien Bernard
Saisset, obispo de Pamiers, dijo «no es ni un hombre ni un animal,
sino una estatua», organizó la redada con mano de hierro.
El
arresto Considerando
inaceptable la presión política ejercida por los templarios, y deseoso de
apoderarse de sus riquezas, como se había apoderado ya de las de los judíos
franceses en 1306, el rey no dudó en destrozar una orden de caballería que
contaba con doscientos años de antigüedad, fundándose en «presunciones e
intensas sospechas».
Guillermo
de Nogaret fue encargado de dirigir la investigación. El día 14 de octubre, el
rey hizo difundir desde París un manifiesto en el que explicaba que los
templarios detenidos eran culpables de idolatría, de apostasía, de prácticas
sexuales vergonzosas y de ritos abominables.
El
monarca tampoco dudó en utilizar a hermanos predicadores para convencer a la
población parisina de lo bien fundado de dichas acusaciones, ni en escribir
varias cartas para conseguir que los gobiernas extranjeros detuviesen a tos
templarios en sus propios Estados. A pesar de ser yerno de Felipe el Hermoso,
el rey de Inglaterra, Eduardo II, se apresuré a poner en guardia a varios
soberanos a propósito de las calumnias propagadas por el rey de Francia. A
partir del 19 de octubre, y hasta el 24 de noviembre de 1307, el inquisidor
Guillermo de París interrogó a 138 templados en la sala capitular del Temple de
Paris, muriendo 36 de ellos como consecuencia de las torturas que les fueron
infligidas.
La actitud del papa El
papa Clemente V protestó débilmente contra estos suplicios en una carta del 27 de octubre de 1307, y el día 22 de noviembre ordenó a todos los
príncipes cristianos la detención de los templados que habitasen en sus
territorios. En febrero de 1308, cuando iban a ser puestos a disposición del
poder pontificio (pues Clemente V reclamaba también sus bienes,, los templarios
franceses revocaron las confesiones hechas con anterioridad. En marzo de ese
mismo año, Felipe el Hermoso convocó los Estados Generales en Tours donde reiteré su condena. En mayo, el papa se entrevisté con el rey de Francia,
que no se mostraba dispuesto a ceder la fortuna del Temple. Presionado por el
rey para que juzgase a la orden con la mayor severidad, Clemente y fue
cediendo. Repuso en sus cargos a los inquisidores a los que había depuesto, e
instituyó comisiones eclesiásticas, la primera de las cuales abrió sus sesiones
en Paris, en agosto de 1309.
La
pira Después del juicio del maestre de la orden, Jacques de Molay, los
templarios intentaron organizar su defensa. El rey reaccionó. El 12 de mayo de
1310, algunos templados fueron quemados cerca de la puerta de Saint-Antoine.
Durante el concilio de Viena, el 22 de marzo de 1312, y cediendo a las
presiones de Felipe el Hermoso, Clemente V hizo aprobar la supresión de la
orden, cuyos bienes fueron entregados a la del Hospital. Y el siniestro proceso
alcanzó su punto culminante el 18 de marzo de 1314, día
¿quiénes eran los templarios? Agrupados en torno a Hugo de Payens,
algunos caballeros hicieron el voto de proteger los caminos que llevaban a
Jerusalén, recuperados por los cruzados en el 1099. En 1119-1120, se fundó la
orden del Temple en el mismo Jerusalén, donde se organizó y se dotó de su
primera regla. Reconocida en 1128 por el concilio de Troyes, al que asistió San
Bernardo, la orden conoció acto seguido un gran éxito, gracias sobre todo al
notable organizador que fue Robert de Craon, quien obtuvo del papa numerosos e
importantes privilegios, y en especial una total independencia con relación a
los obispos. La expansión de aquellos «caballeros pobres de Cristo» fue
extraordinaria Guerreros, protectores de los caminos, banqueros, administradores
y constructores, los templarios se implantaron en toda Europa, llegando a
reunir una fortuna considerable
¿Por qué se enfrentó el rey con ellos? En la época de Felipe el Hermoso, las
finanzas reales tenían la consistencia de una verdadera vorágine. Además, el
rey de Francia parecía obsesionado por el problema del dinero, que buscaba
incansablemente allí donde pudiese encontrarse, no dudando en apoderarse de él
mediante la manipulación en provecho propio de las leyes civiles y religiosas.
La malsana avaricia del monarca, observada ya por sus contemporáneos, es
reconocida en la actualidad por todos los historiadores objetivos La desgracia
de los templarios consistió en poseer riquezas sobrestimadas, por otra parte,
por el mismo rey. El papa Clemente y no parecía menos interesado en ellas que
el rey de Francia, quien no logró plenamente su objetivo, pues una parte
importante de los bienes de los templarios acabaría en manos o los
hospitalarios.
¿Por qué no se defendieron? Los templarios se vieron traicionados
sir duda, por miembros de la orden ávidos de lo: bienes materiales y
espirituales a los que no tenían acceso, y confiados en que el rey de Francia
sabría agradecerles su prevaricación La mayoría de las encomiendas de la orden
en Europa eran grandes dominios rurales muy pacíficos de aspecto y fortificados
en menor escasa medida. En realidad, los caballeros de] Temple no constituían
una fuerza militar capaz de oponerse a una intervención de las tropas reales.
Y, según parece, los templarios se vieron sorprendidos por la amplitud de las
detenciones, y no adivinaron en ningún momento el trágico destino que de ellas
derivaría
¿Como fue el proceso y de que lo acusaron? Más allá de ciertas rencillas del
soberano contra el Gran Maestre y de la deuda del monarca, ambos (rey y papa)
ansiaban la riqueza acumulada a lo largo de los siglos por los “pobres
caballeros de Cristo”. Y nada mejor que aliarse para combatir un
enemigo común y, luego, repartirse el botín. Además, la estrategia estaba
servida: la Inquisición se encontraba en su apogeo y, por ende, bastaba con
acusar de hechicería a la Orden y poner en marcha el macabro mecanismo, para
que los Templarios fueran abandonando este mundo, la orden decayera y su
inmensa riqueza pasara a mejores manos (por lo menos, en opinión del papa y del
rey) Clemente V, sin un leve dejo de piedad cristiana y sin hacerse rogar,
redactó una lista de acusaciones (basadas en testimonios de espías infiltrados
en la Orden y en la confesión de un Templario arrepentido) y envió órdenes
selladas y secretas con tales imputaciones con la imposición de ser abiertas el
13 de octubre de 1307.
Al
amanecer de aquel día, los documentos sellados se abrieron y se encontraron
acusaciones varias hacia los Templarios. Tiempo atrás, habían servido para
defender el poder de la Iglesia y, por ende, del papa. En 1307, su poder y su
riqueza eran excesivos y Clemente V no vaciló en ordenar su impiadosa matanza,
justificada” por una larga lista de inculpaciones infundadas. Las acusaciones
contenían 127 artículos, que se dividían en 18 bloques cuyos títulos fueron los
siguientes:
Negación de Cristo en las recepciones.
Negación de la divinidad de Cristo.
Escarnio de la cruz
Adoración de un gato.
Negación de la eucaristía.
Omisión de las palabras de la consagración durante la misa.
Facultad de los grandes dignatarios de la orden para absolver los pecados.
Besos obscenos. Secretismo en las ceremonias de recepción.
Homosexualidad. Adoración de ídolos.
Cuerdas o collares para colgarse de los ídolos.
Negación de la divinidad de Cristo.
Escarnio de la cruz
Adoración de un gato.
Negación de la eucaristía.
Omisión de las palabras de la consagración durante la misa.
Facultad de los grandes dignatarios de la orden para absolver los pecados.
Besos obscenos. Secretismo en las ceremonias de recepción.
Homosexualidad. Adoración de ídolos.
Cuerdas o collares para colgarse de los ídolos.
Las
confesiones de los Templarios. Negligencia de los frailes en corregir sus
errores. Juramentos sobre el progreso material de la orden. La fama general
contra la orden. A partir de allí, lo que sigue es fácil de deducir: los
caballeros de la Orden fueron detenidos, brutalmente torturados (como
correspondía a la noble institución de la Inquisición) y, muchos de ellos
quemados vivos en la hoguera con leña verde, atroz pena reservada para los
herejes y los brujos. Por supuesto, bajo la tortura, los Templarios habían
confesado ser culpables de las múltiples acusaciones que se les imputaban. Es
difícil no darle la razón a alguien que utiliza como método de persuasión una
tenaza para apretar los pulgares o carbones al rojo vivo sobre el cuerpo.
¿Se puede conceder crédito a sus declaraciones? Absolutamente ninguno. Los documentos
del proceso, muy conocidos en la actualidad revelan tan sólo dos hechos
esenciales: los acusados fueron torturados atrozmente, y las pretendidas
«confesiones» no se obtuvieron más que en Francia. Muchos miembros de la orden
declararon todo lo que se les exigió para salvarse del suplicio o de la muerte
Sin embargo, algunos de ellos, con un notable valor aceptaron el sacrificio
supremo para defender la reputación de la orden.
¿Existe Un Secreto de los templarios? Orden caballeresca, los templarios
aplicaban en la práctica una regla que no era revelada más que a sus miembros,
y celebraban también ritos cuyos fundamentos iniciaticos son innegables. En
este sentido solamente se puede hablar de un «secreto», a saber, la propia
regla vital del Temple, cuyos diversos aspectos eran comunicados a los adeptos
a medida que se iba produciendo su ascenso en la jerarquía Los diferentes ritos
de los templarios fueron conscientemente deformados en las acusaciones
planteadas contra ellos, en las que se re— produjeron las calumnias utilizadas
habitualmente por cualquier poder contra aquella comunidad que se desea
destruir.
¿Se vengó Jacques de Molay? Solamente 31 días después del
asesinato de Jacques de Molay, el papa Clemente y murió en el castillo de
Roquemaure, en el valle del Ródano. Y el 29 de noviembre del mismo año Felipe
el Hermoso sucumbiría como consecuen3ia de una apoplejía. Estos dos
fallecimientos constituyeron un giro tanto en la historia del papado como en la
del reino de Francia. Según la leyenda, Jacques de Molay les habría maldecido,
emplazándolos a comparecer ante el tribunal de Dios en el plazo de seis meses.
¿Desaparecieron los templarios? La destrucción de la orden del Temple
en Francia no se vio acompañada, en otros lugares, por la muerte de todos los
templarios. Algunas ramas de la orden continuaron existiendo en otros países de
Europa. Y no se puede negar, por otra parte, las estrechas vinculaciones de los
templarios con las comunidades de constructores que conocieron una prolongación
histórica con los gremios y ciertos ritos masónicos.
Fuente
Consultada: El Gran Atlas de la Historia Universal