La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del
Templo de Salomón, cuyos miembros se conocen popularmente con el nombre de
Templarios, fue durante la Edad Media una poderosa orden militar afiliada
a la Iglesia Católica.
Dedicados originalmente a defender a los peregrinos
cristianos en Tierra Santa, no tardaron en acumular impresionantes riquezas y
grandes dosis de poder que les valieron el odio de muchos poderosos de la
época.
Uno de los mayores misterios históricos en los que han
estado envueltos comenzó en el año 1307, cuando una flota compuesta por
docenas de barcos, en la que los templarios escaparon de la persecución del rey
francés Felipe IV, despareció sin dejar rastros.
La especialista en estos monjes guerreros, María Lara
Martínez, autora del libro “Enclaves templarios”, afirma que es posible
que los barcos hayan llegado a América casi 200 años antes que Cristóbal Colón.
Para sostener su teoría explica: “La leyenda dice
que cuando los conquistadores españoles llegaron a la Península del Yucatán,
escucharon que unos hombres blancos ya habían estado allí y que habían
entregado su conocimiento a los nativos. Otra hipótesis afirma que, de acuerdo
al testimonio de religiosos que acompañaron a Colón, los nativos no se
extrañaron al divisar las cruces de los guerreros porque ya las conocían. Finalmente,
también se sabe que los mayas adoraban a Kukulkán, un dios blanco y barbado.
Constatación insólita porque esta cultura la formaban hombres lampiños por
genética y adaptación al medio”.