domingo, 22 de abril de 2012

23 de Abril: San Jorge

San Jorge nace aproximadamente en el año 280 en la ciudad de Lidia en Siria, o en Miteline de capadocia, aun no hay datos precisos sobre esto. Iniciado por sus padres en la religión cristiana, pues ellos la profesaban ya al emigrar de Palestina, y le dieron una educación en todo conforme con su posición social y fortuna, que debió ser considerable. El padre de Jorge, luego el gran Santo, era oficial al servicio del Imperio Romano. Cuando llega a la mayoría de edad, San Jorge abraso la carrera de las armas, siguiendo el ejemplo de su padre. Se alisto en él ejercito romano y pronto se gano el aprecio de sus jefes por su leal proceder, clara inteligencia y ferocidad en combate, que le valieron a no tardar en ser promovido al grado de tribuno de la guardia imperial de Diocleciano .

Un manuscrito del siglo XIII y la leyenda de oro del beato Santiago de Vorágine atribuyen al joven oficial una hazaña prodigiosa y caballeresca, que es como sigue: Al ir Jorge a incorporarse a su legión llego a la ciudad de Selene en Libia; en un pantano de las cercanías tenia su guarida un dragón que hasta entonces nadie había podido matar. Para que no devastara la ciudad le llevaban dos ovejas cada día pero como empezaron a escasear estos animales, el rey mando que echasen una oveja y una doncella, esta era escogida a la suerte. Aconteció un día que la doncella que cayo en suerte fue la hija del mismo rey, y a pesar del dolor desventurado de su padre la joven hubo de sufrir la suerte de las compañeras.

Encaminándose llorosamente hacia la cueva del dragón, cuando inopinadamente apareció un legionario Romano armado con el gladius y el pilum, conociendo la suerte que correría la infeliz princesa, hace la señal de la cruz y arremete valeroso contra el monstruo enfurecido. Tan tremenda lanzada le arremete que lo atravesó de lado a lado, y con el ceñidor de la joven hace un lazo, amarra al dragón y lo conduce hasta la ciudad. Una vez allí explica al rey y al pueblo porque a podido abatir al monstruo. Y dijo que fue porque imploro el auxilio del único Dios verdadero. En presencia de todo el auditorio, que prometió creer en Jesucristo y bautizarse, Jorge le dio a la fiera el golpe de gracia. Este relato nos consta en las antiguas biografías del mártir. Este relato se populariza en la época de las cruzadas, convirtiéndose en un símbolo para todos los caballeros que combaten al infiel en Tierra Santa. El tribuno romano es en efecto, la personificación ideal del caballero cristiano, que combate contra Satanás y los infieles en defensa de la fe, protegiendo en todo momento la debilidad que peligra. Pocas veces logro una leyenda un éxito tan grande.

Para los artista de toda categoría fue ella, desde el siglo XIII hasta nuestros días, asunto predilecto que dio lugar a producciones artísticas tan numerosas como variadas, lo mismo en oriente como en occidente. La iconografía de la edad media y el renacimiento lo ha presentado (aunque no exclusivamente) en la forma de un apuesto jinete en un caballo blanco, enarbolando el estandarte de la santa cruz y embrazando una lanza con la cual acomete a un dragón que amenaza a una doncella. Viene a ser un traslado del modo como se apareció armado muchas veces peleando a favor de los fieles. (Aunque la realidad debió de ser muy diferente, ya que San Jorge, era oficial romano al servicio del imperio y sus atavíos eran los de todo legionario en el 300 d.C.)

En los comienzos de siglo IV, imperando Diocleciano, se adoptaron providencias para eliminar del ejército imperial de oriente a los numerosos elementos cristianos que en él servían. Muchos soldados tuvieron que renunciar a la profesión de las armas, aunque la persecución no paso adelante de momento. Mas cuando el cesar Galerio sé junto con Diocleciano en Nicomedia, puso mucho empeño en conseguir mayor violencia contra la religión cristiana, publicando sé en dicha ciudad un edicto que ordenaba la demolición de las iglesias y la expulsión de todos los cristianos de las dignidades y cargos administrativos. Los historiadores Eusebio y Lactancio afirmaron que dicho decreto fue destrozado públicamente por un joven; y algunos biógrafos se aventuraron en escribir que ese joven fue Jorge el tribuno. Poco después, y dos veces seguidas, el fuego prendió en el palacio imperial. Galerio acuso de ello a los cristianos y consiguió del emperador, a quien la noticia impresiono, licencia para tomar sangrientas represarías contra el clero y los cristianos de Nicomedia.
Rápidamente se extendió la persecución por todo el Asia Menor y aparecieron edictos generales de sacrificar Venis Nolis a los ídolos. Lleno de dolor e indignación en vista del proceder injusto y la persecución sangrienta que eran victimas los cristianos, Jorge resolvió públicamente tomar su defensa. Distribuidos sus bienes entre los pobres, y libres los pocos esclavos que a su servicio tenia, defendió con valentía la causa de los perseguidos ante el consejo de dignatarios y jefes militares convocado por Diocleciano, y afirmo públicamente que su religión era única y verdadera, y que no se podía rendir culto a los ídolos.

Al ser interrogado Jorge declaro que era cristiano, el emperador se sorprendió y ante semejante confesión le dijo: " piensa joven, lo que dices y mira por tu porvenir". Hablándole luego de los suplicios espantosos que su desobediencia a los edictos le acarrearía y por otra parte las dignidades y elevados cargos con que pensaba premiar su apostolado. A todo el tribuno contesto: " Ten entendido, OH Diocleciano, que el Dios a quien sirvo me dará la victoria, que no me han de ablandar tus ruegos ni me han de arredrar tus amenazas. Todos tus beneficios son vamos y tus promesas semejantes al humo que disipa el viento. No echo de menos los honores que me has concedido hasta el día, porque aspiro a la gloria eterna, permita el cielo que conozcas muy pronto al Dios omnipotente". Ante semejante respuesta Diocleciano enfurecido ordeno detención y encarcelamiento del oficial.

Aquí da principio la dolorosa pasión del mártir, los relatos de los hagiógrafos orientales describen por menudo los suplicios que en diferentes ocasiones padeció, tales como el tormento de la rueda guarnecida de cuchillos afilados, el de los garfios de hierro, la flagelación con nervios de buey, el baño en lechada de cal viva, etc. El valeroso soldado lo sufre todo con sobrehumano valor y ve luego como sus heridas quedan curadas milagrosamente. A juicio del magistrado, Jorge se vale de sortilegios para liberarse de las espantosas torturas que le infligen; por lo cual hace venir a un hábil mago que, para probar el incomprensible poder de Jorge, le da de beber un licor emponzoñado, el cristiano lo toma y no sufre menor daño, según promesa de cristo en su evangelio. Declara entonces frente a los idolatras que la omnipotencia puede obrar por mediación de sus hijos: puede tomar por ejemplo la vida de un cadáver. Al oír esto, el mago le pregunto si quiere revivir a un difunto que había sido enterrado cerca de la cárcel pocos días antes. Conducen a Jorge al lugar señalado, ora el santo y el muerto sale vivo del sepulcro, vencido el mago confiesa el poder del Dios de los cristianos, y abandona el culto de los ídolos. Furioso el emperador ante esta noticia, ordena que el mago sea decapitado y Jorge vuelva a la prisión.
De allí a poco, nuevamente comparece Jorge ante el tribunal de Diocleciano. El tribunal se alzo al aire libre junto al templo de Apolo, el emperador quiere sobornarlo con tiernas palabras, le pone por delante su juventud y le promete toda suerte de honores si consiente en sacrificar a los dioses. " Pero donde están esos dioses?" Pregunta el confesor, " vamos a verlos". Y Jorge con otro portentoso milagro obliga a declarar al demonio que mora en el ídolo, que solo hay un dios verdadero, luego hace la señal de la cruz y todas las estatuas caen al suelo echas pedazos, con lo cual se provoca un verdadero motín.
Sobresaltada por los tumultuosos clamores del populacho acudió la emperatriz y, acercándose a Diocleciano, le declaro que enterada de lo que había ocurrido ella también se declaraba cristiana. En el paroxismo del furor Diocleciano mando que la golpearan con varas y que acabaran con su vida, y con la de tres criados suyos a saber: Apolo Isacio y Crotates, cuyas fiestas se celebran el 21 de abril.

Y queriendo terminar con el joven oficial de su guardia que permanecía inquebrantablemente en su fe, Diocleciano decidió pronunciar la sentencia de muerte, Jorge fue atado a la cola de un caballo, arrastrado por toda la ciudad y seguidamente sacado extramuros y decapitado. Antes de morir, Jorge, con los ojos puestos en el cielo y sus manos levantadas y con su voz entrañable que le salía del corazón, rogó a Dios perdonase a sus verdugos, y le diese la gracia de la conversión. El martirio debió tener lugar en Nicomedia, a principios del año 303. En efecto en ese año se hallaba Diocleciano en aquélla ciudad. El cuerpo del santo seria trasladado mas tarde a Dios polis (Lida) en Palestina, conforme a su deseo