«HÁGASE TU VOLUNTAD»
Es la pregunta de todo llamado: «Señor, ¿qué quieres que haga?» (Hch 9,6). Si de verdad quieres escucharle, Dios te responderá y te irá revelando progresivamente su designio. Él suele servirse de muchos medios para darnos a conocer su voluntad: una luz interior, una persona, una lectura, la participación en una liturgia o una breve estancia en la hospedería interna del monasterio.
Dios mismo va encaminando a cada uno de sus elegidos al lugar al que ha sido destinado. Si te pones en manos de Dios, el Espíritu Santo te irá guiando hacia donde más te convenga: «Encomienda tu camino al Señor, confía en él, y Él actuará» (Sal 36,5). No te afanes demasiado en encontrar la institución ideal, pues tu progreso espiritual no dependerá de ello, sino de la santidad de vida que lleves dentro. Si no te esfuerzas cada día en renunciar a tu propia voluntad y en avanzar por el camino del Evangelio.